jueves, 17 de diciembre de 2009

año sacerdotal

El año dedicado al sacerdocio, me anima a acercarte este articulo qu encontre en catolic net, recemos por los sacerdotes, esos "pequeños grandes hombres"

Es sorprendente saber que unos simples átomos de uranio encierran una fuerza y energía descomunales tan desproporcionadas al tamaño de los mismos. Pero es más grandioso aún pensar que el sacerdote esconde un poder y un don tan extraordinarios que sobrepasan su estatuto de hombre.

Causa estupor una persona de carne y de hueso que hace las veces de Dios; que convierte un pedazo de pan y unas gotas de vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo; que perdona los pecados y cura las heridas más íntimas y dolorosas del alma. Maravillosa grandeza y confianza divina depositada en un instrumento tan pequeño “porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres” (I Cor 1, 25).

Tan sólo la etimología latina de sacerdote “sacerdos”, nos suscita algo de sagrado “sacer”, que le sobrepasa, que le viene dado “donum”. Y en las palabras de san Pablo descubrimos la trascendencia y la grandeza del don del sacerdocio: “llevamos este tesoro en recipientes de barro para que aparezca que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros” (IICor 4,7).

El sacerdote es el misterio de Dios oculto en el hombre. Misterio impenetrable que llevó al Cura de Ars a exclamar: “Si comprendiéramos bien lo que representa un sacerdote sobre la tierra, moriríamos: no de pavor, sino de amor”. Misterio real que esbozó Gregorio Nacianceno en sus primeros años de sacerdote: “Sé de quién somos ministros. Conozco la altura de Dios y la flaqueza del hombre, pero también su fuerza. El sacerdote se sitúa junto a los ángeles, glorifica con los arcángeles, comparte el sacerdocio de Cristo, restaura la criatura, restablece en ella la imagen de Dios, la recrea para el mundo de lo alto y, para decir lo más grande que hay en él, es divinizado y diviniza”.

El Año Sacerdotal tiene que ser un período de oración por nuestros sacerdotes, pues “la Iglesia necesita sacerdotes santos; ministros que ayuden a los fieles a experimentar el amor misericordioso del Señor y sean sus testigos convencidos” (Benedicto XVI, homilía 19 de junio de 2009). Nos tiene que incentivar a volver la mirada al Corazón de Cristo, fuente y raíz del sacerdocio.

Dirigir los ojos de la fe a la Misericordia Divina es sentir el abrazo del Padre en la mano del sacerdote que nos absuelve; es recibir su protección con la sencilla bendición del presbítero; es acoger la paz de Cristo en ese “podéis ir en paz”; es hacerle vida en nuestra vida a través de la Hostia Santísima consagrada por ese “pequeño gran hombre” que llamamos sacerdote.



miércoles, 7 de octubre de 2009

DAR TESTIMONIO DE NUESTRA FE

Queridos amigos que podais visitar este blog, a fin de que no os perdais demasiado, quiero daros la bienvenida y comentrar solamente que un curso más estaremos aquí trayendo temas para profundizar en nuestra fe y en nuestra tarea como catequistas.
Bien es verdad que la época de verano , ha podido desconectarnos un poco de los medios de formacion, pero lo que seguramente no hemos hecho es alejarnos del amor de Dios, al que sabemos Padre, por encima de todo, porque es así, como Jesúcristo nos lo presenta.
Os invito por tanto a renovar vuestros deseos de formaros para mejor seguir a Jesús, nuestro unico maestro y servir mejor a los que de alguna forma Dios nos ha hecho corresponsables en su formación. (adultos, jovenes o niños) de las distintas pastorales de nuestras comunidades parroquiales,
Deseo vivamente que este año, os atrevais a participar y envieis vuestras entradas , para compartir, vuestras experiencias, vuestros conocimientos y vuestros proyectos que quizás puedan ser luz para otras comunidades o grupos de cristianos, que intenten vivir como nosotros con coherencia nuestra fe en medio del mundo.

Bajo el titulo de dar testimonio de nuestra fe, nos metemos un poquito en el tema, y quizás la primera pregunta que se nos sugiere es: ¿que hacemos realmente, cuando damos catequesis?.
Nos remontamos en torno al año 64 a 67, o incluso segun las investigaciones actuales quizás posterior, coincidiendo probablemente con el martirio de S. Pedro.
El Apostol sobre el que Jesús instituye la Iglesia invita a algunas comunidades cristianas que vivian en regiones diversas de Asia Menor a hacer las primeras catequesis o sea a dar testimonio de su fe en Jesucristo:
"estad siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza" (1ª de Pedro 3, 15).
y esa es la premisa la unica premisa valida tambien en nuestros días para ser catequistas, tenemos o colaboramos con la Iglesia en que somos los testigos de la esperanza en Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios.
La mayoría de aquellos cristianos a los que escribe Pedro, eran conversos del paganismo, hoy a las personas que probablemente tengamos en frente , no sean paganos pero si que son hijos de una sociedad en la que el materialismo y la sinrazon politica en la mayoría de los casos, han vapuleado con una fuerte influencia en descirtuar las virtudes cristianas y las verdades que desde el evangelio, Jesús nos aclara nos son necesarias para nuestra propia salvación.
Por tanto no es más fácil ahora que antes este anuncio, y tenemos que estar muy en concordancia con el evangelio, para no dar un falso testimonio de nuestra fe, promoviendo unas teorias que se nos imponen desde los medios de comunicación, cine, prensa, televisión, de una forma soterrada; pero que ha ejercido una gran influencia en la sociedad exponiendonos al doble peligro: interior, que dificulta nuestra propia perseverancia y exterior porque al igual que en aquellos primeros tiempos del cristianismo, no estamos de moda, sino que trabajamos en la mayoria de los casos contracorriente de una sociedad paganizada y materialista,en la que desde los entes publicos favorecen leyes anticristianas, y cuyo resultado es una cultura de muerte, mas que de esperanza. muerte de los inocentes, como es el caso del aborto. muerte de los ideales, como es la pornografia, la violencia, la critica desructiva desde las series y programas mas cotidianos de la tv.
Queridos catequistas, os invito como en aquel tiempo hizo S. Pedro a que ante esa situacion real y compleja de nuestra sociedad de hoy, nos formemos a conciencia, para ser respuesta y consuelo para los que han perdido la fe, o ni siquiera han llegado a conocerla y guia de la mano de Jesús y dirigidos por nuestra madre La Iglesia, para los que quieren profundizar en ella.



lunes, 13 de abril de 2009

La iglesia y el sida

Queridos amigos que visitais este blog, me imagino que os vendran bien estas reflexiones, para formar vuestro criterio de cristianos y para reforzar vuestro amor por nuestra madre: Una, Santa, Católica y Apostolica Iglesia. Feliz Pascúa de Resurrección.

LUIS MARIA ANSON

La Iglesia y el sida

· 02.04.2009

ALLI donde hay un hospital dedicado al sida, lo mismo en Africa que en Asia o Iberoamérica, también en Europa, son monjas y curas católicos los que están a pie de cama para atender a los enfermos.He recorrido en trabajo profesional más de cien países. En las leproserías de todo el mundo, en los asilos de ancianos terminales, en los hospitales para enfermos infecciosos, sólo se encuentra uno con misioneras y misioneros católicos. Esa es la escueta verdad. Nunca me he tropezado en esos lugares con un comunista militante, con uno de esos manifestantes que vociferan contra la Iglesia. Los misioneros y misioneras permanecen al margen de las pancartas y los sermones políticos. Derraman su amor sobre los leprosos, los sidosos, los enfermos terminales, los ancianos sin techo, los desfavorecidos y desamparados.

Aún más, todos los profesionales del periodismo sabemos que cuando estalla una tragedia del tipo que sea en el tercer mundo, encontraremos información certera en la misionera o el misionero españoles, que ejercen su ministerio en los lugares más miserables.Nunca fallan, esa es la realidad.

Nuestros politicos para dar una lección a la Iglesia Católica, ha decidido obsequiar a Africa con un millón de preservativos pagados a través de los impuestos con los que sangra a los ciudadanos españoles. ¿A cuántos militantes de sus partidos, van a enviar para que se instalen durante diez años en los hospitales especializados en sida, para que convivan con los enfermos, les atiendan, les den de comer, les limpien, les acompañen? El Papa ha instalado en el Africa enferma a muchos millares de monjas y curas, de misioneros y misioneras. Obras son amores.Esa es la diferencia entre los que vociferan y los que derraman cariño y atenciones.

Conocí en enero de 1967, cuando carecía de la celebridad que adquirió posteriormente, a Teresa de Calcuta. Pasé un día con ella visitando sus hangares para enfermos terminales. Escuché con atención lo que me decía. Fue una lección de quién sabía mejor que nadie en qué consisten las tierras duras del hambre, el mundo de los desfavorecidos profundos. Supe que estaba hablando con una santa. Y así lo escribí. Pues bien, en el cuerno africano, en las ciudades estercoleros de Africa, en los pueblos escombreras de Asia, en las favelas brasileñas o en las villamiserias peruanas, trabajan para los más pobres, para los más desfavorecidos, millares y millares de teresitas de Calcuta.

El Papa cree que la mejor forma de combatir el sida en Africa es la monogamia y la fidelidad. No ha tenido en cuenta lo estupendas que están las negritas y lo difícil que tiene que ser, ante el espectáculo de tanta belleza y atractivo, que las personas politeístas y polígamos practiquen la virtud de la monogamia. Pero ironías aparte, quienes combaten el sida en Africa, quienes atienden a los enfermos son las misioneras, los misioneros católicos.Escuché en una tertulia de radio a un simpático homosexual cebarse con el Papa y despotricar contra la Iglesia. Se me ocurrió aclararle: «Dicen que el sida está especialmente extendido entre los homosexuales aunque afecte ya a los heterosexuales. Seguro que tú nunca te pondrás enfermo. Pero ten por seguro que, si así fuera, quien te atenderá con amor y dedicación en el hospital será una monja católica». y los tertulianos se apresuraron a cambiar de tema.

Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.


nota: he cambiado algunas palabras que no me parecian que tenian el tono adecuado para este blog, pero no cambian en lo esencial.

martes, 24 de marzo de 2009

YO ESTOY A FAVOR DE LA VIDA


¿Y TÚ?

domingo, 22 de marzo de 2009

¿Dios existe para ti, o miras como pasan los autobuses por tu vida?


para mi existe y me ama con locura de madre.

viernes, 20 de marzo de 2009

creo en Dios Padre. ¿Y tú?


puedes ver otros videos con canciones

viernes, 13 de marzo de 2009

domingo, 8 de marzo de 2009

la Cuaresma (Benedicto XVI)

Queridos amigos hoy quiero dejaros algunas frases que os pueden ayudar a vivir mejor la cuaresma.
Unidos siempre a la Iglesia en la persona del Papa, os dejo esto que me mando un buen amigo por correo.




1. Que en cada familia y comunidad cristiana se valore la Cuaresma para alejar todo lo que distrae el espíritu y para intensificar lo que alimenta el alma y la abre al amor de Dios y del prójimo. Pienso, especialmente, en un mayor empeño en la oración, en la lectio divina, en el Sacramento de la Reconciliación [la confesión] y en la activa participación en la Eucaristía, sobre todo en la Santa Misa dominical. (2009)

2. El ayuno es una gran ayuda para evitar el pecado y todo lo que induce a él. (2009)

3. El verdadero ayuno, repite en otra ocasión el divino Maestro, consiste más bien en cumplir la voluntad del Padre celestial, que “ve en lo secreto y te recompensará” (2009)

4. Si, por lo tanto, Adán desobedeció la orden del Señor de “no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal”, con el ayuno el creyente desea someterse humildemente a Dios, confiando en su bondad y misericordia. (2009)

5. Ayunar es bueno para el bienestar físico, pero para los creyentes es, en primer lugar, una “terapia” para curar todo lo que les impide conformarse a la voluntad de Dios. (2009)

6. Esta antigua práctica penitencial, que puede ayudarnos a mortificar nuestro egoísmo y a abrir el corazón al amor de Dios y del prójimo, primer y sumo mandamiento de la nueva ley y compendio de todo el Evangelio. (2009)

7. La práctica fiel del ayuno contribuye, además, a dar unidad a la persona, cuerpo y alma, ayudándola a evitar el pecado y a acrecer la intimidad con el Señor. (2009)

8. Privarse del alimento material que nutre el cuerpo facilita una disposición interior a escuchar a Cristo y a nutrirse de su palabra de salvación. Con el ayuno y la oración Le permitimos que venga a saciar el hambre más profunda que experimentamos en lo íntimo de nuestro corazón: el hambre y la sed de Dios. (2009)

9. El ayuno nos ayuda a tomar conciencia de la situación en la que viven muchos de nuestros hermanos (...).Al escoger libremente privarnos de algo para ayudar a los demás, demostramos concretamente que el prójimo que pasa dificultades no nos es extraño. (2009)

10. Privarnos por voluntad propia del placer del alimento y de otros bienes materiales, ayuda al discípulo de Cristo a controlar los apetitos de la naturaleza debilitada por el pecado original, cuyos efectos negativos afectan a toda la personalidad humana. (2009)

11. “Quien ora, que ayune; quien ayuna, que se compadezca; que preste oídos a quien le suplica aquel que, al suplicar, desea que se le oiga, pues Dios presta oído a quien no cierra los suyos al que le súplica” (San Pedro Crisólogo). (2009)

12. Que la Virgen María, Causa de nuestra alegría nos sostenga en el esfuerzo por liberar nuestro corazón de la esclavitud del pecado para que se convierta cada vez más en “tabernáculo viviente de Dios”. (2009)

13. La Cuaresma nos ofrece una ocasión providencial para profundizar en el sentido y el valor de ser cristianos, y nos estimula a descubrir de nuevo la misericordia de Dios para que también nosotros lleguemos a ser más misericordiosos con nuestros hermanos. (2008)

14. La limosna representa una manera concreta de ayudar a los necesitados y, al mismo tiempo, un ejercicio ascético para liberarse del apego a los bienes terrenales. (2008)

15. ¡Cuán fuerte es la seducción de las riquezas materiales y cuán tajante tiene que ser nuestra decisión de no idolatrarlas! (2008)

16. No somos propietarios de los bienes que poseemos, sino administradores: por tanto, no debemos considerarlos una propiedad exclusiva, sino medios a través de los cuales el Señor nos llama, a cada uno de nosotros, a ser un instrumento de su providencia hacia el prójimo. (2008)

17. Socorrer a los necesitados es un deber de justicia aun antes que un acto de caridad. (2008)

18. No hay que alardear de las propias buenas acciones, para no correr el riesgo de quedarse sin la recompensa en los cielos (2008)

19. La limosna evangélica no es simple filantropía: es más bien una expresión concreta de la caridad, la virtud teologal que exige la conversión interior al amor de Dios y de los hermanos, a imitación de Jesucristo, que muriendo en la cruz se entregó a sí mismo por nosotros. (2008)

20. Quien sabe que “Dios ve en lo secreto” y en lo secreto recompensará, no busca un reconocimiento humano por las obras de misericordia que realiza. (2008)

21. Cuando actuamos con amor expresamos la verdad de nuestro ser: en efecto, no hemos sido creados para nosotros mismos, sino para Dios y para los hermanos (2008)

22. Cada vez que por amor de Dios compartimos nuestros bienes con el prójimo necesitado experimentamos que la plenitud de vida viene del amor y lo recuperamos todo como bendición en forma de paz, de satisfacción interior y de alegría. El Padre celestial recompensa nuestras limosnas con su alegría. (2008)

23. La limosna, acercándonos a los demás, nos acerca a Dios y puede convertirse en un instrumento de auténtica conversión y reconciliación con él y con los hermanos. (2008)

24. Podemos aprender [de Cristo] a hacer de nuestra vida un don total; imitándolo estaremos dispuestos a dar, no tanto algo de lo que poseemos, sino a darnos a nosotros mismos. (2008)

25. Que María, Madre y Esclava fiel del Señor, ayude a los creyentes a proseguir la “batalla espiritual” de la Cuaresma armados con la oración, el ayuno y la práctica de la limosna (2008)

26. La Cuaresma es un tiempo propicio para aprender a permanecer con María y Juan, el discípulo predilecto, junto a Aquel que en la cruz consuma el sacrificio de su vida por toda la humanidad (2007)

27. En el misterio de la cruz se revela plenamente el poder irrefrenable de la misericordia del Padre celeste. (2007)

28. Miremos a Cristo traspasado en la cruz. Él es la revelación más impresionante del amor de Dios (...). En la cruz Dios mismo mendiga el amor de su criatura: tiene sed del amor de cada uno de nosotros. (2007)

29. El Todopoderoso espera el «sí» de sus criaturas como un joven esposo el de su esposa. (2007)

30. Sólo el amor en el que se unen el don gratuito de uno mismo y el deseo apasionado de reciprocidad infunde un gozo tan intenso que convierte en leves incluso los sacrificios más duros. (2007)

31. La respuesta que el Señor desea ardientemente de nosotros es ante todo que aceptemos su amor y nos dejemos atraer por él. (2007)

32. Vivamos, pues, la Cuaresma como un tiempo «eucarístico», en el que, aceptando el amor de Jesús, aprendamos a difundirlo a nuestro alrededor con cada gesto y cada palabra. (2007)

33. El apóstol Tomás reconoció a Jesús como «Señor y Dios» cuando metió la mano en la herida de su costado. No es de extrañar que, entre los santos, muchos hayan encontrado en el Corazón de Jesús la expresión más conmovedora de este misterio de amor.

34. Cristo «me atrae hacia sí» para unirse a mí, a fin de que aprenda a amar a los hermanos con su mismo amor. (2007)

35. De ningún modo es posible dar respuesta a las necesidades materiales y sociales de los hombres sin colmar, sobre todo, las profundas necesidades de su corazón. (2006)

36. Quien no da a Dios, da demasiado poco. (2006)

37. Es preciso ayudar a descubrir a Dios en el rostro misericordioso de Cristo (2006)

38. Mientras el tentador nos mueve a desesperarnos o a confiar de manera ilusoria en nuestras propias fuerzas, Dios nos guarda y nos sostiene. (2006)

39. La Cuaresma es el tiempo privilegiado de la peregrinación interior hacia Aquél que es la fuente de la misericordia. Es una peregrinación en la que Él mismo nos acompaña a través del desierto de nuestra pobreza (2006).

40. Aunque parezca que domine el odio, el Señor no permite que falte nunca el testimonio luminoso de su amor. A María, «fuente viva de esperanza», le encomiendo nuestro camino cuaresmal, para que nos lleve a su Hijo.

viernes, 27 de febrero de 2009

¿Que es dar catequesis?

Por P. Miguel Carmena


El tema que quiero comentar es el de la aplicación de la pedagogía a la enseñanza de la fe. Este es un tema muy técnico en el que se corre el riesgo de perder de vista el bosque por, ver los árboles. Nosotros queremos ver el bosque y para eso hay que comenzar sabiendo qué es la Pedagogía. Esta palabra viene del griego PAIDOS, “niño” y de la que significa “conducir". Estas palabras dieron origen en español a “Pedagogía” que hoy se considera como la ciencia que se ocupa de la educación y la enseñanza. Y aquí surge el primer problema que puede impedirnos una visión completa y dejarnos sin ver el bosque. Es el hecho de considerar que el campo de esta ciencia se reduce sólo a las escuelas, a los colegios, universidades o institutos. Pero la Pedagogía no debe de quedarse ahí. Lo queramos o no, hoy los niños no reciben su educación únicamente en los colegios o en la familia. La mayoría de los conceptos, de la gramática de valores, de los principios de comportamiento y de las convicciones de los niños y jóvenes de hoy son producto de los medios de comunicación del ambiente, de las leyes... Por eso, no podemos reducirnos a estudiar la pedagogía en el campo de la educación escolar. Por eso, la catequesis no puede reducirse a la simple enseñanza de los contenidos de la fe; hoy en día, debe de ser, sobre todo, una forma de crear cultura, de crear una cultura católica y unido a eso, la catequesis debe de llegar al fondo y tocar lo más profundo del ser humano y no solamente la del niño. No sólo los niños necesitan la catequesis. Desde estas dos coordenadas ampliadas tenemos que estudiar hoy la pedagogía catequética. Esta podría reducirse a hacer un análisis somero de los objetivos de una catequesis católica recta y completa. Sin embargo, me parece mucho más positivo exponer una serie de puntos ágiles y prácticos sobre la pedagogía catequética actual.

1. En primer lugar, hay que saber qué queremos conseguir. El fin de toda catequesis es transmitir un modelo de vida, un modelo (que es Jesucristo), una amistad personal con Aquel que nos creó y nos redimió y está muy presente en nuestras vidas. El fondo de los objetivos cognoscitivos y efectivos de la catequesis es situar al hombre en la verdad de sí mismo en una respuesta al llamado recibido por Dios para llevar una fórmula de vida en la que va a encontrar su propia felicidad.

2. Regla de oro: en caso de duda, los criterios teológicos deben de prevalecer sobre los pedagógicos. Nunca al revés. Muchas veces, conviene tomar lo mejor de cada método.

3. No hay que perder de vista en la enseñanza de la catequesis, que no somos profesores de Filosofía ni de Religión en el sentido amplio de la palabra. Somos transmisores eficaces de una revelación que nos viene de Dios a través de la Sagrada Escritura y la Tradición de la Iglesia y que iluminados por el magisterio contamos con la asistencia de Espíritu Santo.

4. Nuestra catequesis comienza por el testimonio. "En eso conocerán todos que sois discípulos míos, si os tuviereis amor unos a otros" (Jn XIII, 35).

5. La verdadera catequesis debe incidir en el campo de la cultura, debe de transformar las sociedades.

a) Verdadera inculturación. La cultura no es la última instancia, debe de medirse con la Etica. La verdadera inculturación la descubrimos con algunos ejemplos: Roma, Post-Revolución Francesa, y la Nueva España.
b) El ejemplo de la acción del Santo Padre en los Países del Este de Europa.
c) El cambio social de nuestros días: el Evangelio y la mujer. La familia y la sociedad. El Evangelio, la cultura y la sociedad.

6. La catequesis auténtica no debe descuidar la influencia y acción en los medios de comunicación. Estos medios crean opinión, imagen y cultura.

7. La catequesis no toca sólo al campo moral y, dentro de ésta, no toca sólo al sexto y al noveno mandamiento. La catequesis conduce, ante todo, hacia una nueva visión del mundo y del hombre, hacia una sólida espiritualidad, a una vivencia profunda de los sacramentos, hacia una profundización en la Revelación, hacia una vida de oración, a una participación en la Iglesia, a una imitación y unión con Cristo.

8. Otro aspecto derivado del anterior, es tener muy claros los parámetros donde se mueve una verdadera catequesis: es decir, el sentido cristológico, el eclesiológico y el escatológico.

a) Cristológico: la catequesis debe de llevar al conocimiento, al amor, a la imitación y al seguimiento de Jesucristo.
b) Eclesiológico: la catequesis debe de llevar a servir a la Iglesia, a ser miembro vivo y activo de ella.
c) Escatológico: la catequesis debe de llevar siempre al cristiano a convertirse en signo de la vida futura que ha de venir.

9. Hoy menos que nunca, no basta el simple conocimiento memorístico:

a) Se trata de forjar principios, convicciones. Por ejemplo, dejar claro que la Voluntad de Dios es lo primero en mi vida, que debo de vivir el mandamiento del amor a Dios y a los hombres como la primera ley.
b) Se trata de forjar también "habilidades", es decir, obedecer a la conciencia. Se trata de aplicar y traducir principios en acciones, formar y controlar los sentimientos, etc.
c) Formar un espíritu crítico, capaz de analizar, sintetizar, juzgar, etc.

10. La catequesis no es sólo una enseñanza para niños que termina con la confirmación. Es un tema sobre el que ha insistido mucho el Santo Padre y aún no se acaba de introducir en la vida cotidiana de los cristianos.

11. No se puede hacer una catequesis sin Dios en la que se olvide absolutamente de la dimensión sobrenatural del ser humano y todo se concentre en simples reivindicaciones sociales.

12. La catequesis debe de aportar modelos de comportamiento: Jesucristo y los santos son verdaderos etereotipos positivos.

13. Claridad de ideas fundamentales. El mejor punto de referencia es el Catecismo de la Iglesia Católica. No podemos pasar todo un año recibiendo como en algunos cursos de confirmación, donde se la pasan hablando de las relaciones sociales, del amor, todos juntos, guitarrita y patatín. No se deja nada justo cuando es más importante dar bases sólidas. Al final, hacemos de los medios, fines.

14. La catequesis debe completarse con la liturgia y con la vida sacramental.

15. Sistematizar la enseñanza. No dar ideas aisladas. El cristianismo of rece una visión completa de Dios, del hombre y del mundo. No podemos transmitir sólo cuatro ideas que vuelan con el primer viento.

16. Pedagogía catequética en el servicio y obediencia a la Iglesia. Catequizar es servir e imitar a Cristo en su misión de enseñar a la Iglesia. La catequesis se basa en la caridad de Cristo.

17. Pedagogía catequética en la unidad.

18. La Pedagogía catequetica debe de aterrizar en una doctrina social. Desde niños hay que unir las dos cosas. No se puede concebir una vivencia de la fe reducida sólo al nivel individual sin repercusiones al exterior. La catequesis debe de llevar a actuar, a ser levadura en la masa.

19. La catequesis es un apostolado. Es una misión recibida por Dios. Por ello, somos responsables de buscar los mejores métodos. Es Dios el que actúa.

20. La verdadera Pedagogía es la que sabe adaptarse a las circunstancias sin perder el fin. Así por ejemplo, tenemos el caso de la primera comunión por lo civil.

21. Hay un proyecto de Dios para cada hombre. Nada de "no se puede".

22. Las recetas para dar frutos de vida eterna: Jn 12, 24 y Jn 15, 1-8.
(C) www.ef.catholic.net

domingo, 22 de febrero de 2009

9. IMPORTANCIA DE LA FORMACIÓN DEL CATEQUISTA

desde aqui y uniendonos a las necesidades de la evangelización en nuestro tiempo compartimos la convicción de que cualquier actividad pastoral que no cuente para su realización con personas verdaderamente formadas y preparadas, pone en peligro su calidad. Los instrumentos de trabajo no pueden ser verdaderamente eficaces si no son utilizados por catequistas bien formados. Por tanto, la adecuada formación de los catequistas no puede ser descuidada en favor de la renovación de los textos y de una mejor organización de la catequesis.

En consecuencia, la pastoral catequética debe dar absoluta prioridad a la formación de los catequistas laicos.

Finalidad y naturaleza de la formación de los catequistas

La formación trata de capacitar a los catequistas para transmitir el Evangelio a los que desean seguir a Jesucristo. La finalidad de la formación busca, por tanto, que el catequista sea lo más apto posible para realizar un acto de comunicación: « La cima y el centro de la formación de catequistas es la aptitud y habilidad de comunicar el mensaje evangélico ».

La finalidad cristocéntrica de la catequesis, que busca propiciar la comunión con Jesucristo en el convertido, impregna toda la formación de los catequistas. Lo que ésta persigue, en efecto, no es otra cosa que lograr que el catequista pueda animar eficazmente un itinerario catequético en el que, mediante las necesarias etapas: anuncie a Jesucristo; dé a conocer su vida, enmarcándola en el conjunto de la Historia de la salvación; explique su misterio de Hijo de Dios, hecho hombre por nosotros; y ayude, finalmente, al catecúmeno o al catequizando a identificarse con Jesucristo en los sacramentos de iniciación. En la catequesis permanente, el catequista no hace sino ahondar en estos aspectos básicos.

Esta perspectiva cristológica incide directamente en la identidad del catequista y en su preparación. « La unidad y armonía del catequista se deben leer desde esta perspectiva cristocéntrica, y han de construirse en base a una familiaridad profunda con Cristo y con el Padre en el Espíritu ».

El hecho de que la formación busque capacitar al catequista para transmitir el Evangelio en nombre de la Iglesia confiere a toda la formación una naturaleza eclesial. La formación de los catequistas no es otra cosa que un ayudar a éstos a sumergirse en la conciencia viva que la Iglesia tiene hoy del Evangelio, capacitándoles así para transmitirlo en su nombre.

Más en concreto, el catequista —en su formación— entra en comunión con esa aspiración de la Iglesia que, como esposa, « conserva pura e íntegramente la fe prometida al Esposo » y, como « madre y maestra », quiere transmitir el Evangelio en toda su autenticidad, adaptándolo a todas las culturas, edades y situaciones. Esta eclesialidad de la transmisión del Evangelio impregna toda la formación de los catequistas, confiriéndole su verdadera naturaleza.

Criterios inspiradores de la formación de los catequistas .
Para concebir de manera adecuada la formación de los catequistas hay que tener en cuenta, previamente, una serie de criterios inspiradores que configuran con diferentes acentos dicha formación:

– Se trata, ante todo, de formar catequistas para las necesidades evangelizadoras de este momento histórico con sus valores, sus desafíos y sus sombras. Para responder a él se necesitan catequistas dotados de una fe profunda, de una clara identidad cristiana y eclesial y de una honda sensibilidad social. Todo plan formativo ha de tener en cuenta estos aspectos.

– La formación tendrá presente, también, el concepto de catequesis que hoy propugna la Iglesia. Se trata de formar a los catequistas para que puedan impartir no sólo una enseñanza sino una formación cristiana integral, desarrollando tareas de « iniciación, de educación y de enseñanza ». Se necesitan catequistas que sean, a un tiempo, maestros, educadores y testigos.

– El momento catequético que vive la Iglesia invita, también, a preparar catequistas integradores, que sepan superar « tendencias unilaterales divergentes » y ofrecer una catequesis plena y completa. Han de saber conjugar la dimensión veritativa y significativa de la fe, la ortodoxia y la ortopraxis, el sentido social y eclesial. La formación ha de ayudar a que los polos de estas tensiones se fecunden mutuamente.

– La formación de los catequistas laicos no puede ignorar el carácter propio del laico en la Iglesia y no debe ser concebida como mera síntesis de la formación propia de los sacerdotes o de los religiosos. Al contrario, se tendrá muy en cuenta que « su formación recibe una característica especial por su misma índole secular, propia del laicado, y por el carácter propio de su espiritualidad ».

– Finalmente, la pedagogía utilizada en esta formación tiene una importancia fundamental. Como criterio general hay que decir que debe existir una coherencia entre la pedagogía global de la formación del catequista y la pedagogía propia de un proceso catequético. Al catequista le sería muy difícil improvisar, en su acción catequética, un estilo y una sensibilidad en los que no hubiera sido iniciado durante su formación.

Las dimensiones de la formación: el ser, el saber, el saber hacer . La formación de los catequistas comprende varias dimensiones. La más profunda hace referencia al ser del catequista, a su dimensión humana y cristiana. La formación, en efecto, le ha de ayudar a madurar, ante todo, como persona, como creyente y como apóstol. Después está lo que el catequista debe saber para desempeñar bien su tarea. Esta dimensión, penetrada de la doble fidelidad al mensaje y a la persona humana, requiere que el catequista conozca bien el mensaje que transmite y, al mismo tiempo, al destinatario que lo recibe y al contexto social en que vive. Finalmente, está la dimensión del saber hacer , ya que la catequesis es un acto de comunicación. La formación tiende a hacer del catequista un educador del hombre y de la vida del hombre.

Madurez humana, cristiana y apostólica de los catequistas
Apoyado en una madurez humana inicial, el ejercicio de la catequesis, constantemente discernido y evaluado, permitirá al catequista crecer en equilibrio afectivo, en sentido crítico, en unidad interior, en capacidad de relación y de diálogo, en espíritu constructivo y en trabajo de equipo. Se procurará, sobre todo, hacerle crecer en el respeto y amor hacia los catecúmenos y catequizandos: « ¿De qué amor se trata? Mucho más que el de un pedagogo; es el amor de un padre: más aún, el de una madre. Tal es el amor que el Señor espera de cada anunciador del Evangelio, de cada constructor de la Iglesia ».

La formación cuidará, al mismo tiempo, que el ejercicio de la catequesis alimente y nutra la fe del catequista, haciéndole crecer como creyente. Por eso, la verdadera formación alimenta, ante todo, la espiritualidad del propio catequista, de modo que su acción brote, en verdad, del testimonio de su vida. Cada tema catequético que se imparte debe nutrir, en primer lugar, la fe del propio catequista. En verdad, uno catequiza a los demás catequizándose antes a sí mismo.

La formación, también, alimentará constantemente la conciencia apostólica del catequista, su sentido evangelizador. Para ello ha de conocer y vivir el proyecto de evangelización concreto de su Iglesia diocesana y el de su parroquia, a fin de sintonizar con la conciencia que la Iglesia particular tiene de su propia misión. La mejor forma de alimentar esta conciencia apostólica es identificarse con la figura de Jesucristo, maestro y formador de discípulos, tratando de hacer suyo el celo por el Reino que Jesús manifestó. A partir del ejercicio de la catequesis, la vocación apostólica del catequista, alimentada con una formación permanente, irá constantemente madurando.

La formación bíblico-teológica del catequista

Además de testigo, el catequista debe ser maestro que enseña la fe. Una formación bíblico-teológica adecuada le proporcionará un conocimiento orgánico del mensaje cristiano, articulado en torno al misterio central de la fe que es Jesucristo.

El contenido de esta formación doctrinal viene pedido por los elementos inherentes a todo proceso orgánico de catequesis:

– las tres grandes etapas de la Historia de la salvación: Antiguo Testamento, vida de Jesucristo e historia de la Iglesia;

– los grandes núcleos del mensaje cristiano: Símbolo, liturgia, moral y oración.

En el nivel propio de una enseñanza teológica, el contenido doctrinal de la formación de un catequista es el mismo que el que la catequesis debe transmitir. Por otra parte, la Sagrada Escritura deberá ser « como el alma de toda esta formación ». El Catecismo de la Iglesia Católica, será referencia doctrinal fundamental de toda la formación, juntamente con el Catecismo de la propia Iglesia particular o local.

Esta formación bíblico-teológica debe reunir algunas cualidades:

a) En primer lugar, es preciso que sea una formación de carácter sintético, que corresponda al anuncio que se ha de transmitir, y donde los diferentes elementos de la fe cristiana aparezcan, trabados y unidos, en una visión orgánica que respete la « jerarquía de verdades ».

b) Esta síntesis de fe ha de ser tal que ayude al catequista a madurar en su propia fe, al tiempo que le capacite para dar razón de la esperanza en un tiempo de misión: « Se revela hoy cada vez más urgente la formación doctrinal de los fieles laicos, no sólo por el natural dinamismo de la profundización de su fe, sino también por la exigencia de dar razón de la esperanza que hay en ellos, frente al mundo y sus graves y complejos problemas ».

c) Debe ser una formación teológica muy cercana a la experiencia humana, capaz de relacionar los diferentes aspectos del mensaje cristiano con la vida concreta de los hombres y mujeres, « ya sea para inspirarla, ya para juzgarla, a la luz del Evangelio ». De alguna forma, y manteniéndose como enseñanza teológica, debe adoptar un talante catequético.

d) Finalmente ha de ser tal que el catequista « pueda no sólo transmitir con exactitud el mensaje evangélico, sino también capacitar a los mismos catequizandos para recibir ese mensaje de manera activa y poder discernir lo que, en su vida espiritual, es conforme a la fe ».

Las ciencias humanas en la formación de los catequistas
El catequista adquiere el conocimiento del hombre y de la realidad en la que vive por medio de las ciencias humanas, que han alcanzado en nuestros días un incremento extraordinario. « Hay que conocer y emplear suficientemente en el trabajo pastoral no sólo los principios teológicos sino también los descubrimientos de las ciencias profanas, sobre todo en psicología y sociología, llevando así a los fieles a una más pura y madura vida de fe ».

Es necesario que el catequista entre en contacto al menos con algunos elementos fundamentales de la psicología: los dinamismos psicológicos que mueven al hombre, la estructura de la personalidad, las necesidades y aspiraciones más hondas del corazón humano, la psicología evolutiva y las etapas del ciclo vital humano, la psicología religiosa y las experiencias que abren al hombre al misterio de lo sagrado...

Las ciencias sociales proporcionan el conocimiento del contexto socio-cultural en que vive el hombre y que afecta decisivamente a su vida. Por eso es necesario que en la formación de los catequistas se haga « un análisis de las condiciones sociológicas, culturales y económicas, en tanto que estos datos de la vida colectiva pueden tener una gran influencia en el proceso de la evangelización ».

Junto a estas ciencias recomendadas explícitamente por el Concilio Vaticano II, otras ciencias han de estar presentes, de un modo u otro, en la formación de los catequistas, especialmente las ciencias de la educación y ciencias de la comunicación.

Criterios que pueden inspirar el empleo de las ciencias humanas en la formación de los catequistas
Estos son:

a) El respeto a la autonomía de las ciencias: « La Iglesia afirma la autonomía legítima de la cultura humana y especialmente la de las ciencias ».

b) El discernimiento evangélico de las diferentes tendencias o escuelas psicológicas, sociológicas y pedagógicas: sus valores y sus límites.

c) El estudio de las ciencias humanas —en la formación de los catequistas— no es un fin en sí mismo. La toma de conciencia de la situación existencial, psicológica, cultural y social del hombre, se hace con vistas a la fe en que se le quiere educar.

d) La teología y las ciencias humanas, en la formación de catequistas, deben fecundarse mutuamente. En consecuencia hay que evitar que estas ciencias se conviertan en la única norma para la pedagogía de la fe, prescindiendo de los criterios teológicos que dimanan de la misma pedagogía divina. Son disciplinas fundamentales y necesarias, pero siempre al servicio de una acción evangelizadora que no es sólo humana.

La formación pedagógica

Junto a las dimensiones que conciernen al ser y al saber, la formación de los catequistas, ha de cultivar también la del saber hacer . El catequista es un educador que facilita la maduración de la fe que el catecúmeno o el catequizando realiza con la ayuda del Espíritu Santo.

Lo primero que hay que tener en cuenta en este decisivo aspecto de la formación es respetar la pedagogía original de la fe. En efecto, el catequista se prepara para facilitar el crecimiento de una experiencia de fe de la que él no es dueño. Ha sido depositada por Dios en el corazón del hombre y de la mujer. La tarea del catequista es solo cultivar ese don, ofrecerlo, alimentarlo y ayudarlo a crecer.

La formación tratará de que madure en el catequista la capacidad educativa, que implica: la facultad de atención a las personas, la habilidad para interpretar y responder a la demanda educativa, la iniciativa de activar procesos de aprendizaje y el arte de conducir a un grupo humano hacia la madurez. Como en todo arte, lo más importante es que el catequista adquiera su estilo propio de dar catequesis, acomodando a su propia personalidad los principios generales de la pedagogía catequética.

Más en concreto: el catequista, particularmente el dedicado de modo más pleno a la catequesis, habrá de capacitarse para saber programar -en el grupo de catequistas- la acción educativa, ponderando las circunstancias, elaborando un plan realista y, después de realizarlo, evaluándolo críticamente. También ha de ser capaz de animar un grupo, sabiendo utilizar con discernimiento las técnicas de animación grupal que ofrece la psicología.

Esta capacidad educativa y este saber hacer, con los conocimientos, actitudes y técnicas que lleva consigo, « pueden adquirirse mejor, si se imparten al mismo tiempo que se realizan, por ejemplo durante las reuniones tenidas para preparar y revisar las sesiones de catequesis ».

El fin y la meta ideal es procurar que los catequistas se conviertan en protagonistas de su propio aprendizaje, situando la formación bajo el signo de la creatividad y no de una mera asimilación de pautas externas. Por eso debe ser una formación muy cercana a la práctica: hay que partir de ella para volver a ella.

La formación de los catequistas dentro de las comunidades cristianas
Entre los cauces de formación de los catequistas destaca, ante todo, la propia comunidad cristiana. Es en ella donde el catequista experimenta su vocación y donde alimenta constantemente su sentido apostólico. En la tarea de asegurar su maduración progresiva como creyente y testigo, la figura del sacerdote es fundamental.

Una comunidad cristiana puede realizar varios tipos de acciones formativas en favor de sus catequistas:

a) Una de ellas consiste en alimentar constantemente la vocación eclesial de los catequistas, fomentando en ellos la conciencia de ser enviados por la Iglesia.

b) También es muy importante procurar la maduración de la fe de los propios catequistas, a través del cauce normal con el que la comunidad educa en la fe a sus agentes de pastoral y a los laicos más comprometidos.

Cuando la fe de los catequistas no es todavía madura, es aconsejable que participen en un proceso de tipo catecumenal para jóvenes y adultos. Puede ser el proceso ordinario de la propia comunidad o uno creado expresamente para ellos.

c) La preparación inmediata de la catequesis, realizada con el grupo de catequistas, es un medio formativo excelente, sobre todo si va seguida de una evaluación de todo lo experimentado en las sesiones de catequesis.

d) También pueden realizarse, dentro del marco de la comunidad, otras actividades formativas: cursos de sensibilización a la catequesis, por ejemplo a comienzo del año pastoral; retiros y convivencias en los tiempos fuertes del año litúrgico; cursos monográficos sobre temas que parezcan necesarios o urgentes; una formación doctrinal más sistemática, por ejemplo estudiando el Catecismo de la Iglesia Católica... Son actividades de formación permanente que, junto al trabajo personal del catequista, aparecen como muy convenientes.

Escuelas de catequistas

La asistencia a una Escuela de catequistas es un momento particularmente importante, dentro del proceso formativo de un catequista. En muchos lugares tales escuelas funcionan a un doble nivel: para « catequistas de base » y para « responsables de catequesis ».

Escuelas de catequistas de base con la finalidad de proporcionar una formación catequética, orgánica y sistemática, de carácter básico y fundamental. Durante un tiempo suficientemente prolongado, se cultivan las dimensiones más específicamente catequéticas de la formación: el mensaje cristiano, el conocimiento del hombre y del contexto sociocultural y la pedagogía de la fe.

Las ventajas de esta formación orgánica son grandes y conciernen a:

– su sistematicidad, al tratarse de una formación menos absorbida por lo inmediato de la acción;

– su calidad, al contar con formadores especializados;

– su integración con catequistas de diferentes comunidades, que fomentan la comunión eclesial.

TE INVITAMOS A ORAR

jueves, 19 de febrero de 2009

8. ID POR TODO EL MUNDO

(tomado de Agustinas Misioneras)

1. Ambientación

Aquella mañana, Jesús salió al encuentro de las mujeres y les dijo que avisasen a sus hermanos para que fuesen a Galilea, porque allí lo verían. Con esta buena noticia los discípulos marcharon al monte que Jesús les había indicado. Allí le vieron y al verle le adoraron. Jesús, entonces, se acercó a ellos y les dijo: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».

Esta misión que el mismo Jesús comunicó una vez resucitado y que se ha ido viviendo de generación en generación, de cristianos a cristianos, es la misma que nosotros también tomamos ahora. Todos nosotros hemos sido llamados por Jesús para anunciar su evangelio entre los niños y jóvenes, y todos hemos respondido de forma generosa. Por este motivo, por ser Jesús el autor de la llamada, es por lo que nos encontramos reunidos ante su presencia. Para pedirle las fuerzas, el ánimo, la fe y el don necesario para ser fieles a ese mensaje que un día dio a sus discípulos y que ahora nos comunica a nosotros: «Id por todo el mundo y haced discípulos a todas las gentes».


2. Salmo del discípulo que quiere anunciar a Dios

Aquí estamos, Señor, como tus discípulos en Galilea.
Aquí estamos, Señor, respondiendo a tu llamada.
Aquí estamos, Señor, porque nuestro gozo eres tú.
Aquí estamos, Señor, queremos ser anunciadores de tu Reino.
Aquí estamos, Señor, con la confianza puesta en ti.

Como los discípulos en Galilea...
nuestro deseo es salir a tu encuentro,
porque en medio de nuestra vida
tú ocupas siempre un lugar importante.

Respondiendo a tu llamada...
porque a ti no se te puede decir que no,
porque en nuestra respuesta encontramos el gozo.
Aquí nos tienes, puedes contar con nosotros.
No sabemos si sabremos hacerlo como tú deseas,
pero sabes que la ilusión no nos falta.

Porque nuestro gozo eres tú...
Quien te descubre ya no puede vivir como antes;
quien te ha visto, ya no puede negarte;
quien te ha sentido, ya no puede olvidarte.
Tú eres nuestro gozo,
porque te hemos visto, sentido y descubierto.
Tú eres nuestro gozo,
porque eres la perla preciosa, el tesoro escondido.
Tú eres nuestro gozo,
porque toda nuestra vida tiene sentido desde tu presencia.
Queremos ser anunciadores de tu Reino...
porque te hemos sentido cerca;
porque ahora sabemos qué es lo bueno, lo perfecto;
porque cuando algo tan grande como tú se descubre,
ya no es posible guardar silencio.
Aquí estamos,
porque sabemos que nos necesitas,
y te ofrecemos lo mejor que tenemos, nuestra propia vida,
para que sea instrumento al servicio de tu Reino.

Con la confianza puesta en ti...
Sabemos que no debemos poner toda la confianza
en nuestras propias fuerzas, sino en las tuyas.
Por eso acudimos a ti,
porque si nos falta valentía, tú nos darás coraje;
porque si nos falta fe, tú nos la aumentarás;
porque si nos falta el ánimo, tú nos darás la paciencia;
porque contigo, Señor, cualquier cosa es posible.

Aquí estamos, Señor, porque eres nuestro Dios.
Aquí estamos, Señor, porque nos has mirado.
Aquí estamos, Señor, con nosotros puedes contar.
Aquí estamos, Señor, para decirte con el corazón
que nos ayudes en ésta, nuestra misión.


3. Lectura

Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo».

Mt 28, 16-20

4. Reflexión

• id y anunciad el evangelio... porque nadie debe quedar sin escucharlo.
• id y anunciad el evangelio... porque a nadie se le puede negar este tesoro.
• id y anunciad el evangelio... porque si gratis lo has recibido, gratis lo debes dar.
• id y anunciad el evangelio... porque sus palabras son palabras de vida.
• id y anunciad el evangelio... porque Dios te habla a través de la Palabra.
• id y anunciad el evangelio... porque nunca se debe ocultar.
• id y anunciad el evangelio... porque lo que es bueno para ti, con otros lo tienes que compartir.
• id y anunciad el evangelio... porque Dios te necesita.
• id y anunciad el evangelio... y yo estaré contigo hasta el final de los tiempos. Porque sin mí no puedes hacer nada; porque de mí te vendrá la fuerza para anunciarlo; porque tú solo no eres nada, pero conmigo lo eres todo.
Confía, confía en mí... Tú eres mi mensajero... Confía, confía

5. Peticiones: «Cuenta con nosotros para enunciar tu evangelio»

Tú necesitas personas dispuestas que quieran transmitir a otros cristianos lo que han vivido y experimentado.

CUENTA CON NOSOTROS PARA ANUNCIAR TU EVANGELIO

Eres las perla preciosa. Quien te descubre es capaz de vender todo con tal de conseguirte. Nosotros queremos vender lo que nos estorba y dedicar parte de nuestro tiempo para ti.

CUENTA CON NOSOTROS PARA ANUNCIAR TU EVANGELIO

Sabemos que no todo será fácil. Pronto tendremos dificultades, algún desánimo porque no conseguimos todo lo que pretendemos. Pero a pesar de todo te decimos...

CUENTA CON NOSOTROS PARA ANUNCIAR TU EVANGELIO

Hay mucha gente que ha escuchado la Buena Noticia del Reino, pero que por diversos motivos ha caído en una vivencia monótona de la fe; una fe tan pobre que a veces carece incluso de un sentido profundo. En medio de esas personas.

CUENTA CON NOSOTROS PARA ANUNCIAR TU EVANGELIO


6. Oración: «A ti me vuelvo»

Voy de regreso a tu casa.
Y a ti me vuelvo para pedirte los medios
que me permitan acercarme a ti.
Si tú me abandonas, la muerte caerá sobre mí.
Pero tú no abandonas a nadie que no te abandone.
Eres el sumo bien, y nadie te buscó debidamente sin hallarte.
Y te buscó debidamente el que tú quisiste que así te buscara.

Padre, que yo te busque sin caer en el error.
Que, al buscarte a ti, nadie me salga al paso en vez de ti.
Sal a mi encuentro, pues mi único deseo es poseerte.

Pido tu clemencia que me convierta plenamente a ti
y destierre de mí todas las repugnancias que a ello me opongan.
Y mientras llevo sobre mí la carga de mi cuerpo,
haz que sea puro, magnánimo y prudente,
perfecto conocedor y amante de tu sabiduría,
digno de habitación y habitador de tu beatísimo reino.

San Agustín

martes, 17 de febrero de 2009

7. CATEQUESIS Y CATEQUETICA

I Definición de catequesis y de catequética

1. Evangelización y catequesis


¿Qué es la evangelización?
Es la labor que realiza la Iglesia para sembrar el evangelio en todos los hombres. Es la comunicación del evangelio. Se desarrolla en tres grandes tareas:

Enseñar a los hombres el mensaje de Cristo.

Santificar a los hombres distribuyéndoles la gracia.

Guiar a los hombres hacia Dios, en las variadas situaciones de esta vida.

Ministerio de la palabra en la evangelización de la Iglesia: Para poder realizar nuestra tarea, necesitamos ubicar y diferenciar la evangelización de la catequesis. La Iglesia realiza su labor de enseñanza por varias actividades. Todas ellas forman el conjunto de acciones que llamamos el Ministerio de la Palabra en la Iglesia:



Primera evangelización:
es la primera presentación del mensaje evangélico. Tiene por objetivo provocar la conversión a Cristo de quien no se sabe llamado por Dios a seguir a su Hijo. Es el kerigma de la Iglesia dirigido a los no cristianos y también los bautizados que necesitan hacer una opción consciente por Cristo.



Catequesis:
es la profundización en el mensaje evangélico para educar la fe.(CIC n.5)

Predicación:
es la presentación del mensaje evangélico un contexto generalmente litúrgico y tiene por objetivo vivir integralmente el momento presente.

Teología:
es el estudio científico de la fe. Como es estudio, se realiza sólo con la inteligencia. Como es científico, requiere de un método y de una terminología especial. Como es sobre la fe, presupone que se tiene ya la fe.

Evangelización
Enseñar
* Primera evangelización
* Catequesis
* Predicación
* Teología

Santificar
* Sacramentos
* Liturgia
* Oración individual

Guiar
* Legislar
* Dar consejos
* Vivir la caridad y la justicia
* Renovar las estructuras temporales

Diferencias y cercanía entre evangelización, catequesis y otras actividades evangelizadoras de la Iglesia.

Como hemos visto en el indice anterior la catequesis es una parte integrante del mundo de la evangelización, así como otras actividades evangelizadoras de la Iglesia. Pero unas con otras interactúan para dar una mejor visión integral del cristiano para cumplir su misión. Indudablemente vamos a necesitar de todas estas facetas de la evangelización en la catequesis como veremos más adelante.

2. La catequesis como educación de la fe
Ahora, explicamos la definición de catequesis: La catequesis es profundizar en el mensaje evangélico para educar la fe.

Profundizar:
es conseguir más de lo que se tiene. Por eso, la catequesis no es el primer paso hacia la fe. Se presupone que ya se consiguió con la primera evangelización.


Mensaje evangélico:
es la doctrina de Cristo. Pero entendida como la ve la Iglesia.

Educar:
es busca hacer crecer la semilla que Dios depositó en el alma el día del Bautismo. No busca tanto dar muchas informaciones sobre el mensaje de Cristo

Fe:
es aceptar lo que Dios nos propone. Requiere:

Entendimiento (acto de inteligencia). Pero nunca podemos llegar a abarcar totalmente la grandeza infinita de Dios.

Aceptación (acto de voluntad). Después, la voluntad decide si acepta o no los datos que ha recibido la inteligencia.

Gracia de Dios. Como la voluntad no recibe con total seguridad sobre cuanto le presenta la inteligencia, necesita la ayuda de la gracia para aceptar lo que está más allá sus posibilidades

3. La catequesis como ciencia y como acciónLa catequética es la ciencia que estudia cómo hacer mejor la catequesis. Y, como todas las ciencias, tiene que actuar con un método científico. Emplea además un lenguaje técnico y preciso. Pero, es diversa de la teología como una ciencia.

La catequesis es además una acción. La catequesis trata la fe como un tesoro para transmitirlo a alguien, al hombre de la calle. Tiene que llegar a todo los estrados sociales y culturales. Tiene que dar repuestas a muchas preguntas simples e intranscendentes. Pero siempre son preguntas que tocan la vida diaria y los conflictos de las personas comunes.

II La Historia de la catequesis

La Historia es maestra de la vida. ¿Qué lograremos al recorrer los momentos más relevantes de la vida de la catequesis? Conocer los grandes éxitos que protagonizaron otros evangelizadores y poder aprovecharlos para nuestra tarea. También descubriremos errores que nos evitarán tropezar.


Catequesis de Nuestro Señor Jesucristo * Objetivo definido.

* Armonía. Pide Fundamentos.

* Vivencial. Inducción.

* Adaptación. Activo. Participativo.

* Respetuoso y Positivo.

* Relación Doctrina-Realidad.

* Esencial.
* Vuelve a puntos anteriores.
* Conclusiones.



Catequesis de los apóstoles * Kerigma.

* Predicación.
* Enseñanza o instrucción.
* Primeras fórmulas de fe.
* Redacción de los evangelios
* Redacción del Nuevo Testamento.
* Catequesis de los Santos Padres
* Teoría de San Agustín sobre la catequesis en tres fases:

- Relato.
- Abrir la esperanza.
- Suscitar la alegría.

Catecumenado

* Crecimiento y expansión del cristianismo.
* Paz de Constantino. (Año 313).
* Estructuración definitiva del catecumenado, (con variantes según las diversas iglesias).
* La existencia de numerosos testimonios de ésta época (catequesis y homilías de los llamados Padres de la Iglesia).



Evangelización de los Bárbaros

* La evangelización de Europa tras la caída del Imperio Romano.
* La generalización del bautismo de los niños.
* La instrucción catequética es confiada a los padres.
* Con la cristianización de la cultura, la socialización viene a sustituir a la iniciación.
* Descenso de la práctica cristiana e ignorancia religiosa.
* Recuperación intentada por algunos humanistas cristianos.



Reforma y Contrarreforma

* Lutero (alemán) rompe con Roma en 1517.

* Lutero y sus catecismos: mayor y menor, con mucho éxito.
* La reforma protestante encuentra un valioso elemento de expansión en los catecismos de Lutero.
* El concilio de Trento promueve la tarea catequética y, con ella, impulsa la reforma de la Iglesia.
* Nacimiento de catecismos católicos:

- Catecismo Romano. (Pío V, 1566).
- Catecismos españoles de Ripalda y Astete 1591 y 1593 respectivamente.
- Ambos con más de mil ediciones.

El Nuevo Mundo

* En el descubrimiento de América con su evangelización, la catequesis constituye un importante apoyo a la inculturación de la fe.
* Uno de los primeros catecismos usados fue: Coloquios o doctrina cristiana.
* En 1523 Pedro de Gante publica un Catecismo de pictogramas.

Un Mundo Cambiante: * Se caracteriza por una marcada estabilidad en la catequesis.
* Hay un enfoque diferente en cuanto a la atención de los niños.
* Se empiezan a desarrollar las comunidades religiosas dedicadas a la enseñanza.
* Resurge el espíritu misionero en la Iglesia.

Siglo XX
* Impulso del Papa Pío X a la catequesis.
* Legislación sobre la catequesis en el Código de derecho canónico.
* Pío XI establece los Secretariados diocesanos de catequesis.
* El concilio Vaticano II se propone la "puesta al día" de la Iglesia para dialogar con el mundo moderno:

- El movimiento bíblico.

- El movimiento litúrgico.

- El movimiento Kerigmático.

- El movimiento humanista católico.

En 1992 se publica el Catecismo Universal por el Papa Juan Pablo II.


III Los elementos fundamentales en catequesis

1. La finalidad

La finalidad es la meta que se desea conseguir. Al emprender un viaje, la meta marcada nos fija el camino a elegir, los medios más oportunos para llegar a ella, la duración y el costo alto o bajo que deseamos pagar por el trayecto. Lo mismo es en catequesis. Quien conoce la meta, puede elegir muy bien el camino. Quién no sabe a dónde va ¿cómo podrá elegir bien lo que necesita?

Por lo tanto, el catequista debe habituarse a fijar las prioridades de su trabajo. Es decir, debe conocer muy bien cuál meta es prioritaria y cuál secundaria. Podrá seleccionar las prioridades según la meta que debe lograr al final de su curso.

2. El contenido
El contenido de la catequesis es la doctrina o mensaje que transmitimos. Este mensaje es el del Jesucristo. De hecho, la catequesis es la acción de la Iglesia que transmite este mensaje para que los hombres crean en Él.

Pero ¿Dónde está el contenido de la fe que debe transmitir la catequesis? ¿Toda la doctrina de la fe cristiana tiene la misma importancia en la catequesis? ¿Debemos transmitir todo el contenido cada vez que damos catequesis? Y, si no podemos dar todo el mensaje del Evangelio ¿cómo podemos seleccionarlo correctamente? La respuesta a estas preguntas nos dará las pistas básicas para no errar a la hora de establecer cuál es el contenido correcto de la catequesis.

El contenido de la fe que debe transmitir el catequista está en la Revelación. La Revelación la podemos encontrar en sus tres fuentes: la Tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia. No toda la doctrina de la fe cristiana tiene la misma importancia en la catequesis. Hay verdades, que tienen más importancia que otras. Más aún, el buen catequista debe enseñar a sus alumnos a distinguir cuáles verdades de la fe son importantes y cuáles tienen menos importancia.

Aunque es ideal cumplir siempre con toda la doctrina de la fe programada, es oportuno recordar que la integridad del contenido es una meta y no un punto de partida.

3. El destinatario
Hay muchos tipos de destinatarios: según edades, ambientes y comunidades. La catequesis no se dirige a personas con las mismas características, y no es más que repetir siempre las mismas cosas, en el mismo orden y de la misma manera.

Debemos tener en cuenta también que las personas cambian de características con el tiempo y según las épocas. Y, consecuentemente, los materiales y los métodos que servían para la catequesis hace tiempo... hoy son menos adecuados. Debemos precisar: el contenido de fe es el mismo, pero el destinatario no es el mismo.

El catequista que no logra adaptarse al grupo de personas que debe catequizar o que no sepa acomodarse al ritmo especial de alguna persona que se está educando en la fe, nunca lograr realizar una buena catequesis. Pero, destaquemos la necesidad de lograr la adaptación al destinatario sin traicionar el contenido de la fe.

4. El método
El método es el conjunto de mecanismos que ayudan a obtener un fin.
Es un conjunto porque es la suma de varios elementos.
Es un conjunto de mecanismos porque los principios que contiene cada método actúan como palancas para levantar un peso.

Y decimos que ayuda a obtener un fin porque el método es un instrumento para lograr una meta.

No es lo mismo método que técnica. El método tiene varios mecanismos que funcionan en buena armonía. La técnica tiene un sólo elemento.
El método no es lo importante. Lo importante es la meta.
Puede haber muchos métodos buenos y útiles.

Un buen método tiene que responder a las exigencias del objetivo de la catequesis, del contenido a transmitir y del destinatario a quien se dirige.

Hay métodos más útiles para motivar y otros más útiles para enseñar; hay métodos útiles para niños que nos sirven para jóvenes o adultos; hay métodos oportunos para tratar un tema que no sirven para tratar otro tema.

Un buen método en catequesis no sólo transmite bien la doctrina, sino que además fomenta la aceptación de la fe en el corazón de quien recibe el mensaje de Cristo.

El catequista es el factor principal para el éxito de un método. La catequesis es, ante todo, un testimonio. Y los aparatos o los mecanismos no pueden dar testimonio. Sólo las personas son testigos.

Un buen método en catequesis debe envolver a toda la persona. Los métodos mejores activan todas las facultades del ser humano: la imaginación, la voluntad, los sentimientos, la inteligencia, la memoria, etc.

5. El agente
El lugar que ocupa el catequista entre Dios y el destinatario nos ayuda haber su función mediadora. Su papel es acercar a Dios y al destinatario. Su función, pues, es mitad sobrenatural y mitad humana. Es, por esto, que el catequista tiene que lograr su máxima capacitación en lo espiritual y en lo humano.

En segundo lugar, conviene destacar los límites del catequista. Muchos rechazan ser catequista porque son imperfectos y sin cualidades. Pero, si buscáramos un santo perfecto para dar catequesis, nadie estaría capacitado. El catequista es un instrumento. Y tiene los límites del instrumento.

6. El lenguaje
Hay diversos lenguajes: de la palabra, de los gestos, de la música, de la imagen, del silencio, lenguaje bíblico, lenguaje eclesial, lenguaje teológico y lenguaje común.

El lenguaje es uno de los elementos en que el catequista debe adaptarse al destinatario. Si no lo hace, no le entenderán. Por eso, debe aprovechar todos los lenguajes que le ayuden a transmitir su mensaje. Debe tener claro que el lenguaje es un medio de comunicación. No tiene más importancia que ser instrumento. Pero debe vigilar que sea el más oportuno para hacerse entender y para lograr que el mensaje del Evangelio sea comprendido.

7. Los instrumentos didácticos
Hoy día, la técnica nos ofrece de usar videos y otros materiales didácticos para la catequesis. Pero no debemos convertir nuestra catequesis en una gran maquinaria de instrumentos que producir la fe como una fábrica de coches. La catequesis necesita los instrumentos. Pero debe superar a los instrumentos. Recordemos que ningún instrumento sustituye el testimonio personal y experiencial de quien afirma la fe en Jesucristo ante los demás, es decir, la acción personal y directa del catequista.

Los buenos materiales siguen los principios básicos que aplicamos anteriormente al método. Es decir, adaptación al destinatario para quien se dirige, variedad que atienda a los objetivos y al contenido que prevé nuestro programa, que sea rico de motivaciones y enseñanzas, etc.

8. Las circunstancias. Lugar y tiempo


Importa elegir bien el horario y el lugar en que se imparte la catequesis. Si organizamos un curso para niños mientras están en la escuela, es evidente que habrá mala asistencia. Si elegimos un lugar al que es difícil llegar porque no hay transporte, también habrá poca asistencia. Somos humanos. Y damos catequesis a seres humanos. Y, si no está organizado humanamente nuestro programa, no tendrá aplicación para seres humanos.



9. Los canales para catequizar



Entendemos por canales los conductos por los que el catequista utiliza para llevar el mensaje del Evangelio, por ejemplo, la radio. Es obvio que algunos de los canales de que hablaremos son más bien lugares. Es decir, son espacios en los que el evangelizador se hace presente para transmitir su mensaje; por ejemplo, la parroquia o la zona habitacional. También los llamamos canales porque son el conducto amplio en que se realiza la catequesis.

Hay canales más adecuados para determinados contenidos. Hay canales más adecuados para las capacidades del catequista y hay canales más adecuados según los destinatarios. Hay que tener en cuenta también otros elementos para elegir el canal de catequesis más adecuado para cada ocasión.



10. La promoción



Buena motivación para acudir y recibir con gusto el mensaje del evangelio.





IV Principios fundamentales en catequesis



Los principios fundamentales de la catequética deben apoyarse, pues, en principios antropológicos y en principios teológicos contemporáneamente.

Debemos considerar también que los principios fundamentales de la catequética deben garantizar una catequesis adecuada al objetivo, al destinatario y al contenido de cada catequesis. Sin embargo, la buena catequesis debe equilibrar la referencia a todos estos elementos.



1. Principios Generales



La catequesis debe ser fiel a Dios y al hombre.
La catequesis debe transmitir la fe en sus dos dimensiones.
La catequesis debe equilibrar el uso de criterios teológicos y humanos.
La buena catequesis es adaptación e inculturación.
La catequesis debe dar prioridad al catequista sobre el resto de los elementos.



2. Principios Catequéticos para conseguir el objetivo de una completa educación en la fe:


La catequesis debe incorporar viva y activamente al cristiano en la vida de su comunidad.
La catequesis debe formar la vivencia litúrgica.
Hay que buscar los frutos de catequesis adecuados a la etapa de desarrollo cristiano de cada persona.
La catequesis debe educar la fe atendiendo a todas las facultades de la persona.
La catequesis debe de llevar a consecuencias prácticas.
La catequesis debe lograr la autoconvicción de la fe.
La catequesis debe favorecer la promoción humana del catecúmeno.



3. Principios Catequéticos para sistematizar correctamente el contenido de la catequesis:



La catequesis debe usar equilibradamente las tres fuentes de la revelación.
Debe fundamentar sólidamente la fe.
Debe equilibrar la presentación de todas las reas fundamentales de la vida cristiana.
El mensaje debe aparecer cristocéntrico y trinitario.
Debe presentar sistemáticamente el mensaje básico de la fe.



4. Principios Catequéticos para lograr una catequesis eficaz:



La catequesis participativa es más eficaz.
La mejor catequesis es la que relaciona el contenido de la fe con la experiencia del destinatario.
La buena catequesis educa la fe centrándose en lo básico.
En la educación de la fe, ayuda más enseñar a caminar que mostrar la meta.
La catequesis necesita equilibrar la inducción con la deducción.
Toda catequesis debe motivar.
Debe facilitar la memorización.

Debe adaptarse al destinatario.



5. Principios para una correcta visión del destinatario:



El catequista debe descubrir las raíces culturales de su destinatario.
Es muy necesario tomar las previsiones necesarias, porque vivimos en una etapa de transición cultural.
El catequista debe buscar la atención personalizada a sus destinatarios.
Hay que dar prioridad a las personas sobre la organización o los instrumentos.
Hay que buscar objetivos profundos y actualizar constantemente las metas intermedias y los programas.
El catequista necesita actualizarse constantemente para comprender y adaptarse mejor a sus destinatarios.
La catequesis debe ser misionera.





V) Bases teológicas para una catequesis actualizada.
10. La promoción



Buena motivación para acudir y recibir con gusto el mensaje del evangelio.





IV Principios fundamentales en catequesis



Los principios fundamentales de la catequética deben apoyarse, pues, en principios antropológicos y en principios teológicos contemporáneamente.

Debemos considerar también que los principios fundamentales de la catequética deben garantizar una catequesis adecuada al objetivo, al destinatario y al contenido de cada catequesis. Sin embargo, la buena catequesis debe equilibrar la referencia a todos estos elementos.



1. Principios Generales



La catequesis debe ser fiel a Dios y al hombre.
La catequesis debe transmitir la fe en sus dos dimensiones.
La catequesis debe equilibrar el uso de criterios teológicos y humanos.
La buena catequesis es adaptación e inculturación.
La catequesis debe dar prioridad al catequista sobre el resto de los elementos.



2. Principios Catequéticos para conseguir el objetivo de una completa educación en la fe:


La catequesis debe incorporar viva y activamente al cristiano en la vida de su comunidad.
La catequesis debe formar la vivencia litúrgica.
Hay que buscar los frutos de catequesis adecuados a la etapa de desarrollo cristiano de cada persona.
La catequesis debe educar la fe atendiendo a todas las facultades de la persona.
La catequesis debe de llevar a consecuencias prácticas.
La catequesis debe lograr la autoconvicción de la fe.
La catequesis debe favorecer la promoción humana del catecúmeno.



3. Principios Catequéticos para sistematizar correctamente el contenido de la catequesis:



La catequesis debe usar equilibradamente las tres fuentes de la revelación.
Debe fundamentar sólidamente la fe.
Debe equilibrar la presentación de todas las reas fundamentales de la vida cristiana.
El mensaje debe aparecer cristocéntrico y trinitario.
Debe presentar sistemáticamente el mensaje básico de la fe.



4. Principios Catequéticos para lograr una catequesis eficaz:



La catequesis participativa es más eficaz.
La mejor catequesis es la que relaciona el contenido de la fe con la experiencia del destinatario.
La buena catequesis educa la fe centrándose en lo básico.
En la educación de la fe, ayuda más enseñar a caminar que mostrar la meta.
La catequesis necesita equilibrar la inducción con la deducción.
Toda catequesis debe motivar.
Debe facilitar la memorización.

Debe adaptarse al destinatario.



5. Principios para una correcta visión del destinatario:



El catequista debe descubrir las raíces culturales de su destinatario.
Es muy necesario tomar las previsiones necesarias, porque vivimos en una etapa de transición cultural.
El catequista debe buscar la atención personalizada a sus destinatarios.
Hay que dar prioridad a las personas sobre la organización o los instrumentos.
Hay que buscar objetivos profundos y actualizar constantemente las metas intermedias y los programas.
El catequista necesita actualizarse constantemente para comprender y adaptarse mejor a sus destinatarios.
La catequesis debe ser misionera.





V) Bases teológicas para una catequesis actualizada.



1. Bases teológicas generales.

a) Dimensión práctica de la Teología de Comunión: Partiendo de una visión de la Iglesia como la comunión de los fieles entre sí y como la comunión de los Santos, encontramos que esta realidad se vive humanamente en dos direcciones: la unión estática de las personas entre sí y la acción exterior de comunicarse.

b) Teológicamente, la Historia de la Salvación es comunicación: Si nos fijamos en la acción de Dios para acercarnos nosotros a su modo de actuar en la educación de la fe en la Historia, encontramos que creó al hombre para comunicarle su Verbo y su Amor.

c) Dios creó al hombre para comunicarle su Verbo y su Amor: La catequesis debe actuarse, por lo tanto, con palabras y acciones transmisoras de la fe, de la esperanza y de la caridad divina.

d) La misión de la Iglesia es continuar la comunicación de la vida de Dios: La vida de Dios nos llega hoy por la palabra, por los sacramentos y por el testimonio hecho acción. La catequesis debe ser decididamente misionera.

e) La Iglesia cumple su misión cuando comunica el Evangelio adecuadamente al grupo cultural a quien se dirige. La Iglesia está constituida por hombres unidos a Cristo en el Espíritu. Por ello, sólo es posible lograr una buena catequesis por medio de la acción de los catequistas (cfr. CL, 35). La catequesis debe inculturizar el Evangelio. Y el catequista debe inculturizarse como persona.

f) La catequesis, si se percibe según el esquema de la comunicación, requiere de unas leyes básicas:

El comunicador esencial es Dios. El agente catequista es un colaborador de Dios.

El catequista tiene que ser fiel al mensaje y ritmo de Dios.

El catequista tiene que poner todos sus talentos humanos al servicio de la acción evangelizadora.

El catequista debe inculturizarse para codificar en un lenguaje correcto el mensaje que debe transmitir.

El catequista debe elegir el canal correcto para llevar el Evangelio.

Para respetar la libertad del destinatario, la catequesis debe centrarse en el testimonio de vida y la santidad del catequista.



2. Fundamentos cristocéntricos



La catequesis debe ser una acción cristocéntrica. Cristo debe ser el criterio, el centro y el modelo de toda acción evangelizadora. Podemos considerar este cristocentrismo desde varios ángulos:

Cristo Profeta: La catequesis deber imitarle con la acción directa de la palabra.

Cristo Redentor-sacerdote: El catequista debe sacrificar lo propio por otros.

Cristo Pastor(Rey)-dedicado a los demás: La catequesis necesita de personas dedicadas y cualificadas para el servicio de otros.

Mariología: La catequesis debe realizarse según el modelo de fe y docilidad de María, por encima del orgullo y la autosuficiencia humanos.

3. Fundamentos eclesiológicos para una Nueva Evangelización de América Latina.

a) Una eclesiología de comunión y de comunicación.
Sólo podemos realizar una Nueva Evangelización de América Latina con una eclesiología de comunión. Porque la evangelización y la catequesis necesitan de la colaboración de todos (CL, 15, 23; RM, 27). La eclesiología del anuncio nos recuerda que la acción evangelizadora es comunicar el Evangelio (RM, 20).

b) Eclesiología de la misión.
Pero también debemos partir de una eclesiología de misión, pues la labor pide la transmisión del mensaje evangélico más allá de las fronteras de nuestra Comunidad eclesial (Nueva Evangelización para América Latina, Juan Pablo II, Santo Domingo 21, oct.1984). La catequesis busca llegar a todos los hombres del continente (RM, 23).

c) Eclesiología de la corresponsabilidad:
La misión de la Iglesia es una tarea de todos sus miembros. Esta responsabilidad corresponde en formas y grados diferentes. Pero todos tiene que aportar su grano de mostaza. Sólo así habrá arbustos para que puedan anidar las aves de los distintos rincones del mundo.



4. Otros fundamentos teológicos más actuales.

a) Una salvación integral.
La realidad dolorida y cambiante de América Latina pide una visión de la catequesis que parta de una salvación integral. Porque la catequesis debe ofrecer al hombre, al mismo tiempo, un desarrollo terrestre y trascendente.

b) La Liturgia y la Religiosidad Popular.
La catequesis necesita revalorizar la Liturgia y la Religiosidad Popular, pero sin restringirse a ellas.

c) Abarcar todos los valores. Y luchar por ellos.
Debemos transmitir y debemos regirnos por una Ética del compromiso interior y de valores convencidos.



VI El perfil del catequista.



1. Vocación y fisonomía del catequista.

a) Papel vital de la vocación del catequista:

Hace años, no sólo constatamos índices bajísimos de formación cristiana en las grandes masas por falta de catequesis. La conclusión era clara: urgía una acción evangelizadora. Decidimos contratar catequistas que evangelizaran todo el tiempo disponible de la semana, con la finalidad de acelerar la acción catequizadora.

La acción eficaz de los catequistas permitir a los sacerdotes dedicarse más a su específica labor ministerial. Pero, para lograr este avance de la corresponsibalidad eclesial, los catequistas deben vivir con actitud misionera y apostólica. Deberán tener formación integral.

b) ¿Qué es un catequista? Fisonomía teológica:

Vamos a analizar cómo ven la Biblia y los documentos del Magisterio de la Iglesia la fisonomía del catequista. Pero, cuando el catequista es dócil a la Palabra de Dios y la transmite con fidelidad, es Dios quien habla por él. Se convierte en instrumento de la Palabra vivificadora.



c) ¿Qué es un catequista? Fisonomía humana:

El catequista es un educador. Tiene que educar la fe. Pero la fe es don sobrenatural.


Características prioritarias del catequista:

El compromiso eclesial.
El sentido misionero.
La iniciativa.
La superación integral.
El trabajo en equipo.
La prudencia
La coherencia en su condición de evangelizadores
El sentido ecuménico



Un buen catequista, además de educar la fe de quienes reciben sus cursos, puede tener unos frutos indirectos:

Promover la vitalidad de la parroquia

Promocionar socialmente a sus comunidades.

Detectar y enviar vocaciones al Seminario mayor y menor, y a conventos de religiosas.

Facilitar el acercamiento de católicos alejados con la parroquia

Frenar el avance de las sectas



En resumen, un buen catequista se distingue por su profesionalidad. La profesionalidad hace que toda la vida del catequista refleje el mensaje que transmite con alegría. Preferentemente, los catequistas deben ser autóctonos, para que tengan más capacidad de inculturación.



d) El ministerio del catequista:

En algunas diócesis, se ha establecido el ministerio del catequista como una estructura estable y respaldada por la Jerarquía para desarrollar la Nueva Evangelización. Es muy conveniente este ministerio, por ser el catequista parte vital en la predicación y en la vida de la Iglesia. Recordemos que un ministerio es dar valor público y respaldo comunitario a una tarea eclesial. El catequista es un ministro de hecho, porque tiene su valor ante todos y la comunidad lo necesita.

2. La formación del catequista:

La formación debe equilibrar la capacitación intelectual con la experiencia real. Es decir, es indispensable la formación por la acción. Es necesario definir el modelo de catequista que se desea conseguir, de acuerdo con las necesidades o con los programas de trabajo. Un buen programa de formación de catequistas debe tener mecanismos de acompañamiento para ayudar a cada uno ante las dificultades y preguntas que le vayan surgiendo en su trabajo. Debe evaluarse el avance o las necesidades del programa educativo, para precisar cuáles variantes o novedades se requiere incluir en el programa inicialmente previsto. Debe procurarse siempre el equilibrio en los cuatro sectores esenciales de la formación del catequista:



a. Formación doctrinal:

La formación del catequista inicia con una buena base doctrinal.

Sean amplios o reducidos, los programas de formación doctrinal para catequistas deben armonizar siempre las cuatro áreas esenciales de la doctrina cristiana: credo, moral, sacramentos y espiritualidad.

El catequista necesita conocer cuáles verdades tienen sólido fundamento y cuáles son opinión de escuela. Es decir, el catequista necesita doctrina segura para diferenciarla de las múltiples ideologías existentes.



b. Formación espiritual:

El catequista necesita acrecentar su experiencia de Dios durante toda su formación.

El catequista necesita fuertes experiencias eclesiales para crecer en sus motivaciones evangélicas.

El catequista debe realizar un proceso constante de superación en su compromiso de fe durante todo el periodo de formación.

Es importante desarrollar una actitud eclesial de unidad y de corresponsabilidad que permita al catequista saber trabajar junto a los otros y dejar trabajar a los otros.

El catequista debe educarse en la fidelidad a la Iglesia.

La formación debe aportar al catequista la conciencia de poseer una misión evangelizadora.
Toda la formación del catequista debe construirse sobre el amor personal a Jesucristo y a la Virgen Santísima.



c. Formación metodológica.

Un catequista se forma mejor mediante una metodología activa.

La formación del catequista también debe ser práctica.

Es preciso enseñar al catequista el uso adecuado de los instrumentos más comunes e inmediatos de la catequesis: audiovisuales, catecismos, textos, pizarrón, etc.

Hay que desarrollar mucho la capacidad de comunicación en el catequista.

El catequista debe aprender a realizar el análisis de la situación del ambiente en que debe trabajar.



d. Formación humana.

Muchos catequistas latinoamericanos tienen urgente necesidad de completar su formación humana.
La formación del catequista necesita desarrollar las virtudes humanas.

El catequista necesita recibir valores humanos muy sólidos y en todos los niveles (de sobrevivencia, culturales, sociales, artísticos, morales y transcendentales).

El proceso formativo del catequista debe enseñarle a analizar y enjuiciar equilibradamente las personas y los acontecimientos que van cruzándose en su vida. La cultura cambiante, llena de antivalores consumistas y superficiales, exigen una jerarquía de valores definida y valiosa al catequista actual, para que pueda adaptarse y transformar evangélicamente a su comunidad.

. Bases teológicas generales.

a) Dimensión práctica de la Teología de Comunión: Partiendo de una visión de la Iglesia como la comunión de los fieles entre sí y como la comunión de los Santos, encontramos que esta realidad se vive humanamente en dos direcciones: la unión estática de las personas entre sí y la acción exterior de comunicarse.

b) Teológicamente, la Historia de la Salvación es comunicación: Si nos fijamos en la acción de Dios para acercarnos nosotros a su modo de actuar en la educación de la fe en la Historia, encontramos que creó al hombre para comunicarle su Verbo y su Amor.

c) Dios creó al hombre para comunicarle su Verbo y su Amor: La catequesis debe actuarse, por lo tanto, con palabras y acciones transmisoras de la fe, de la esperanza y de la caridad divina.

d) La misión de la Iglesia es continuar la comunicación de la vida de Dios: La vida de Dios nos llega hoy por la palabra, por los sacramentos y por el testimonio hecho acción. La catequesis debe ser decididamente misionera.

e) La Iglesia cumple su misión cuando comunica el Evangelio adecuadamente al grupo cultural a quien se dirige. La Iglesia está constituida por hombres unidos a Cristo en el Espíritu. Por ello, sólo es posible lograr una buena catequesis por medio de la acción de los catequistas (cfr. CL, 35). La catequesis debe inculturizar el Evangelio. Y el catequista debe inculturizarse como persona.

f) La catequesis, si se percibe según el esquema de la comunicación, requiere de unas leyes básicas:

El comunicador esencial es Dios. El agente catequista es un colaborador de Dios.

El catequista tiene que ser fiel al mensaje y ritmo de Dios.

El catequista tiene que poner todos sus talentos humanos al servicio de la acción evangelizadora.

El catequista debe inculturizarse para codificar en un lenguaje correcto el mensaje que debe transmitir.

El catequista debe elegir el canal correcto para llevar el Evangelio.

Para respetar la libertad del destinatario, la catequesis debe centrarse en el testimonio de vida y la santidad del catequista.



2. Fundamentos cristocéntricos



La catequesis debe ser una acción cristocéntrica. Cristo debe ser el criterio, el centro y el modelo de toda acción evangelizadora. Podemos considerar este cristocentrismo desde varios ángulos:

Cristo Profeta: La catequesis deber imitarle con la acción directa de la palabra.

Cristo Redentor-sacerdote: El catequista debe sacrificar lo propio por otros.

Cristo Pastor(Rey)-dedicado a los demás: La catequesis necesita de personas dedicadas y cualificadas para el servicio de otros.

Mariología: La catequesis debe realizarse según el modelo de fe y docilidad de María, por encima del orgullo y la autosuficiencia humanos.

3. Fundamentos eclesiológicos para una Nueva Evangelización.a) Una eclesiología de comunión y de comunicación.
Sólo podemos realizar una Nueva Evangelización de América Latina con una eclesiología de comunión. Porque la evangelización y la catequesis necesitan de la colaboración de todos (CL, 15, 23; RM, 27). La eclesiología del anuncio nos recuerda que la acción evangelizadora es comunicar el Evangelio (RM, 20).

b) Eclesiología de la misión.
Pero también debemos partir de una eclesiología de misión, pues la labor pide la transmisión del mensaje evangélico más allá de las fronteras de nuestra Comunidad eclesial (Nueva Evangelización para América Latina, Juan Pablo II, Santo Domingo 21, oct.1984). La catequesis busca llegar a todos los hombres del continente (RM, 23).

c) Eclesiología de la corresponsabilidad:
La misión de la Iglesia es una tarea de todos sus miembros. Esta responsabilidad corresponde en formas y grados diferentes. Pero todos tiene que aportar su grano de mostaza. Sólo así habrá arbustos para que puedan anidar las aves de los distintos rincones del mundo.



4. Otros fundamentos teológicos más actuales.

a) Una salvación integral.
La realidad dolorida y cambiante de América Latina pide una visión de la catequesis que parta de una salvación integral. Porque la catequesis debe ofrecer al hombre, al mismo tiempo, un desarrollo terrestre y trascendente.

b) La Liturgia y la Religiosidad Popular.
La catequesis necesita revalorizar la Liturgia y la Religiosidad Popular, pero sin restringirse a ellas.

c) Abarcar todos los valores. Y luchar por ellos.
Debemos transmitir y debemos regirnos por una Ética del compromiso interior y de valores convencidos.



VI EL PERFIL DEL CATEQUISTA.



1. Vocación y fisonomía del catequista.

a) Papel vital de la vocación del catequista:
Hace años, no sólo constatamos índices bajísimos de formación cristiana en las grandes masas por falta de catequesis. La conclusión era clara: urgía una acción evangelizadora. Decidimos contratar catequistas que evangelizaran todo el tiempo disponible de la semana, con la finalidad de acelerar la acción catequizadora.

La acción eficaz de los catequistas permitir a los sacerdotes dedicarse más a su específica labor ministerial. Pero, para lograr este avance de la corresponsibalidad eclesial, los catequistas deben vivir con actitud misionera y apostólica. Deberán tener formación integral.

b) ¿Qué es un catequista? Fisonomía teológica:

Vamos a analizar cómo ven la Biblia y los documentos del Magisterio de la Iglesia la fisonomía del catequista. Pero, cuando el catequista es dócil a la Palabra de Dios y la transmite con fidelidad, es Dios quien habla por él. Se convierte en instrumento de la Palabra vivificadora.



c) ¿Qué es un catequista? Fisonomía humana:

El catequista es un educador. Tiene que educar la fe. Pero la fe es don sobrenatural.


Características prioritarias del catequista:

El compromiso eclesial.
El sentido misionero.
La iniciativa.
La superación integral.
El trabajo en equipo.
La prudencia
La coherencia en su condición de evangelizadores
El sentido ecuménico



Un buen catequista, además de educar la fe de quienes reciben sus cursos, puede tener unos frutos indirectos:

Promover la vitalidad de la parroquia

Promocionar socialmente a sus comunidades.

Detectar y enviar vocaciones al Seminario mayor y menor, y a conventos de religiosas.

Facilitar el acercamiento de católicos alejados con la parroquia

Frenar el avance de las sectas



En resumen, un buen catequista se distingue por su profesionalidad. La profesionalidad hace que toda la vida del catequista refleje el mensaje que transmite con alegría. Preferentemente, los catequistas deben ser autóctonos, para que tengan más capacidad de inculturación.



d) El ministerio del catequista:

En algunas diócesis, se ha establecido el ministerio del catequista como una estructura estable y respaldada por la Jerarquía para desarrollar la Nueva Evangelización. Es muy conveniente este ministerio, por ser el catequista parte vital en la predicación y en la vida de la Iglesia. Recordemos que un ministerio es dar valor público y respaldo comunitario a una tarea eclesial. El catequista es un ministro de hecho, porque tiene su valor ante todos y la comunidad lo necesita.



2. La formación del catequista:

La formación debe equilibrar la capacitación intelectual con la experiencia real. Es decir, es indispensable la formación por la acción. Es necesario definir el modelo de catequista que se desea conseguir, de acuerdo con las necesidades o con los programas de trabajo. Un buen programa de formación de catequistas debe tener mecanismos de acompañamiento para ayudar a cada uno ante las dificultades y preguntas que le vayan surgiendo en su trabajo. Debe evaluarse el avance o las necesidades del programa educativo, para precisar cuáles variantes o novedades se requiere incluir en el programa inicialmente previsto. Debe procurarse siempre el equilibrio en los cuatro sectores esenciales de la formación del catequista:



a. Formación doctrinal:

La formación del catequista inicia con una buena base doctrinal.

Sean amplios o reducidos, los programas de formación doctrinal para catequistas deben armonizar siempre las cuatro áreas esenciales de la doctrina cristiana: credo, moral, sacramentos y espiritualidad.

El catequista necesita conocer cuáles verdades tienen sólido fundamento y cuáles son opinión de escuela. Es decir, el catequista necesita doctrina segura para diferenciarla de las múltiples ideologías existentes.



b. Formación espiritual:

El catequista necesita acrecentar su experiencia de Dios durante toda su formación.

El catequista necesita fuertes experiencias eclesiales para crecer en sus motivaciones evangélicas.

El catequista debe realizar un proceso constante de superación en su compromiso de fe durante todo el periodo de formación.

Es importante desarrollar una actitud eclesial de unidad y de corresponsabilidad que permita al catequista saber trabajar junto a los otros y dejar trabajar a los otros.

El catequista debe educarse en la fidelidad a la Iglesia.

La formación debe aportar al catequista la conciencia de poseer una misión evangelizadora.
Toda la formación del catequista debe construirse sobre el amor personal a Jesucristo y a la Virgen Santísima.



c. Formación metodológica.

Un catequista se forma mejor mediante una metodología activa.

La formación del catequista también debe ser práctica.

Es preciso enseñar al catequista el uso adecuado de los instrumentos más comunes e inmediatos de la catequesis: audiovisuales, catecismos, textos, pizarrón, etc.

Hay que desarrollar mucho la capacidad de comunicación en el catequista.

El catequista debe aprender a realizar el análisis de la situación del ambiente en que debe trabajar.



d. Formación humana.Muchos catequistas tienen urgente necesidad de completar su formación humana.
La formación del catequista necesita desarrollar las virtudes humanas.

El catequista necesita recibir valores humanos muy sólidos y en todos los niveles (de sobrevivencia, culturales, sociales, artísticos, morales y transcendentales).

El proceso formativo del catequista debe enseñarle a analizar y enjuiciar equilibradamente las personas y los acontecimientos que van cruzándose en su vida. La cultura cambiante, llena de antivalores consumistas y superficiales, exigen una jerarquía de valores definida y valiosa al catequista actual, para que pueda adaptarse y transformar evangélicamente a su comunidad.




















"El hombre es la medida de las cosas, pero Dios es la medida del hombre." Juan Pablo II <<>> "Toda verdad, dígala quien la diga, viene del Espíritu Santo." Santo Tomás de Aquino