viernes, 27 de febrero de 2009

¿Que es dar catequesis?

Por P. Miguel Carmena


El tema que quiero comentar es el de la aplicación de la pedagogía a la enseñanza de la fe. Este es un tema muy técnico en el que se corre el riesgo de perder de vista el bosque por, ver los árboles. Nosotros queremos ver el bosque y para eso hay que comenzar sabiendo qué es la Pedagogía. Esta palabra viene del griego PAIDOS, “niño” y de la que significa “conducir". Estas palabras dieron origen en español a “Pedagogía” que hoy se considera como la ciencia que se ocupa de la educación y la enseñanza. Y aquí surge el primer problema que puede impedirnos una visión completa y dejarnos sin ver el bosque. Es el hecho de considerar que el campo de esta ciencia se reduce sólo a las escuelas, a los colegios, universidades o institutos. Pero la Pedagogía no debe de quedarse ahí. Lo queramos o no, hoy los niños no reciben su educación únicamente en los colegios o en la familia. La mayoría de los conceptos, de la gramática de valores, de los principios de comportamiento y de las convicciones de los niños y jóvenes de hoy son producto de los medios de comunicación del ambiente, de las leyes... Por eso, no podemos reducirnos a estudiar la pedagogía en el campo de la educación escolar. Por eso, la catequesis no puede reducirse a la simple enseñanza de los contenidos de la fe; hoy en día, debe de ser, sobre todo, una forma de crear cultura, de crear una cultura católica y unido a eso, la catequesis debe de llegar al fondo y tocar lo más profundo del ser humano y no solamente la del niño. No sólo los niños necesitan la catequesis. Desde estas dos coordenadas ampliadas tenemos que estudiar hoy la pedagogía catequética. Esta podría reducirse a hacer un análisis somero de los objetivos de una catequesis católica recta y completa. Sin embargo, me parece mucho más positivo exponer una serie de puntos ágiles y prácticos sobre la pedagogía catequética actual.

1. En primer lugar, hay que saber qué queremos conseguir. El fin de toda catequesis es transmitir un modelo de vida, un modelo (que es Jesucristo), una amistad personal con Aquel que nos creó y nos redimió y está muy presente en nuestras vidas. El fondo de los objetivos cognoscitivos y efectivos de la catequesis es situar al hombre en la verdad de sí mismo en una respuesta al llamado recibido por Dios para llevar una fórmula de vida en la que va a encontrar su propia felicidad.

2. Regla de oro: en caso de duda, los criterios teológicos deben de prevalecer sobre los pedagógicos. Nunca al revés. Muchas veces, conviene tomar lo mejor de cada método.

3. No hay que perder de vista en la enseñanza de la catequesis, que no somos profesores de Filosofía ni de Religión en el sentido amplio de la palabra. Somos transmisores eficaces de una revelación que nos viene de Dios a través de la Sagrada Escritura y la Tradición de la Iglesia y que iluminados por el magisterio contamos con la asistencia de Espíritu Santo.

4. Nuestra catequesis comienza por el testimonio. "En eso conocerán todos que sois discípulos míos, si os tuviereis amor unos a otros" (Jn XIII, 35).

5. La verdadera catequesis debe incidir en el campo de la cultura, debe de transformar las sociedades.

a) Verdadera inculturación. La cultura no es la última instancia, debe de medirse con la Etica. La verdadera inculturación la descubrimos con algunos ejemplos: Roma, Post-Revolución Francesa, y la Nueva España.
b) El ejemplo de la acción del Santo Padre en los Países del Este de Europa.
c) El cambio social de nuestros días: el Evangelio y la mujer. La familia y la sociedad. El Evangelio, la cultura y la sociedad.

6. La catequesis auténtica no debe descuidar la influencia y acción en los medios de comunicación. Estos medios crean opinión, imagen y cultura.

7. La catequesis no toca sólo al campo moral y, dentro de ésta, no toca sólo al sexto y al noveno mandamiento. La catequesis conduce, ante todo, hacia una nueva visión del mundo y del hombre, hacia una sólida espiritualidad, a una vivencia profunda de los sacramentos, hacia una profundización en la Revelación, hacia una vida de oración, a una participación en la Iglesia, a una imitación y unión con Cristo.

8. Otro aspecto derivado del anterior, es tener muy claros los parámetros donde se mueve una verdadera catequesis: es decir, el sentido cristológico, el eclesiológico y el escatológico.

a) Cristológico: la catequesis debe de llevar al conocimiento, al amor, a la imitación y al seguimiento de Jesucristo.
b) Eclesiológico: la catequesis debe de llevar a servir a la Iglesia, a ser miembro vivo y activo de ella.
c) Escatológico: la catequesis debe de llevar siempre al cristiano a convertirse en signo de la vida futura que ha de venir.

9. Hoy menos que nunca, no basta el simple conocimiento memorístico:

a) Se trata de forjar principios, convicciones. Por ejemplo, dejar claro que la Voluntad de Dios es lo primero en mi vida, que debo de vivir el mandamiento del amor a Dios y a los hombres como la primera ley.
b) Se trata de forjar también "habilidades", es decir, obedecer a la conciencia. Se trata de aplicar y traducir principios en acciones, formar y controlar los sentimientos, etc.
c) Formar un espíritu crítico, capaz de analizar, sintetizar, juzgar, etc.

10. La catequesis no es sólo una enseñanza para niños que termina con la confirmación. Es un tema sobre el que ha insistido mucho el Santo Padre y aún no se acaba de introducir en la vida cotidiana de los cristianos.

11. No se puede hacer una catequesis sin Dios en la que se olvide absolutamente de la dimensión sobrenatural del ser humano y todo se concentre en simples reivindicaciones sociales.

12. La catequesis debe de aportar modelos de comportamiento: Jesucristo y los santos son verdaderos etereotipos positivos.

13. Claridad de ideas fundamentales. El mejor punto de referencia es el Catecismo de la Iglesia Católica. No podemos pasar todo un año recibiendo como en algunos cursos de confirmación, donde se la pasan hablando de las relaciones sociales, del amor, todos juntos, guitarrita y patatín. No se deja nada justo cuando es más importante dar bases sólidas. Al final, hacemos de los medios, fines.

14. La catequesis debe completarse con la liturgia y con la vida sacramental.

15. Sistematizar la enseñanza. No dar ideas aisladas. El cristianismo of rece una visión completa de Dios, del hombre y del mundo. No podemos transmitir sólo cuatro ideas que vuelan con el primer viento.

16. Pedagogía catequética en el servicio y obediencia a la Iglesia. Catequizar es servir e imitar a Cristo en su misión de enseñar a la Iglesia. La catequesis se basa en la caridad de Cristo.

17. Pedagogía catequética en la unidad.

18. La Pedagogía catequetica debe de aterrizar en una doctrina social. Desde niños hay que unir las dos cosas. No se puede concebir una vivencia de la fe reducida sólo al nivel individual sin repercusiones al exterior. La catequesis debe de llevar a actuar, a ser levadura en la masa.

19. La catequesis es un apostolado. Es una misión recibida por Dios. Por ello, somos responsables de buscar los mejores métodos. Es Dios el que actúa.

20. La verdadera Pedagogía es la que sabe adaptarse a las circunstancias sin perder el fin. Así por ejemplo, tenemos el caso de la primera comunión por lo civil.

21. Hay un proyecto de Dios para cada hombre. Nada de "no se puede".

22. Las recetas para dar frutos de vida eterna: Jn 12, 24 y Jn 15, 1-8.
(C) www.ef.catholic.net

domingo, 22 de febrero de 2009

9. IMPORTANCIA DE LA FORMACIÓN DEL CATEQUISTA

desde aqui y uniendonos a las necesidades de la evangelización en nuestro tiempo compartimos la convicción de que cualquier actividad pastoral que no cuente para su realización con personas verdaderamente formadas y preparadas, pone en peligro su calidad. Los instrumentos de trabajo no pueden ser verdaderamente eficaces si no son utilizados por catequistas bien formados. Por tanto, la adecuada formación de los catequistas no puede ser descuidada en favor de la renovación de los textos y de una mejor organización de la catequesis.

En consecuencia, la pastoral catequética debe dar absoluta prioridad a la formación de los catequistas laicos.

Finalidad y naturaleza de la formación de los catequistas

La formación trata de capacitar a los catequistas para transmitir el Evangelio a los que desean seguir a Jesucristo. La finalidad de la formación busca, por tanto, que el catequista sea lo más apto posible para realizar un acto de comunicación: « La cima y el centro de la formación de catequistas es la aptitud y habilidad de comunicar el mensaje evangélico ».

La finalidad cristocéntrica de la catequesis, que busca propiciar la comunión con Jesucristo en el convertido, impregna toda la formación de los catequistas. Lo que ésta persigue, en efecto, no es otra cosa que lograr que el catequista pueda animar eficazmente un itinerario catequético en el que, mediante las necesarias etapas: anuncie a Jesucristo; dé a conocer su vida, enmarcándola en el conjunto de la Historia de la salvación; explique su misterio de Hijo de Dios, hecho hombre por nosotros; y ayude, finalmente, al catecúmeno o al catequizando a identificarse con Jesucristo en los sacramentos de iniciación. En la catequesis permanente, el catequista no hace sino ahondar en estos aspectos básicos.

Esta perspectiva cristológica incide directamente en la identidad del catequista y en su preparación. « La unidad y armonía del catequista se deben leer desde esta perspectiva cristocéntrica, y han de construirse en base a una familiaridad profunda con Cristo y con el Padre en el Espíritu ».

El hecho de que la formación busque capacitar al catequista para transmitir el Evangelio en nombre de la Iglesia confiere a toda la formación una naturaleza eclesial. La formación de los catequistas no es otra cosa que un ayudar a éstos a sumergirse en la conciencia viva que la Iglesia tiene hoy del Evangelio, capacitándoles así para transmitirlo en su nombre.

Más en concreto, el catequista —en su formación— entra en comunión con esa aspiración de la Iglesia que, como esposa, « conserva pura e íntegramente la fe prometida al Esposo » y, como « madre y maestra », quiere transmitir el Evangelio en toda su autenticidad, adaptándolo a todas las culturas, edades y situaciones. Esta eclesialidad de la transmisión del Evangelio impregna toda la formación de los catequistas, confiriéndole su verdadera naturaleza.

Criterios inspiradores de la formación de los catequistas .
Para concebir de manera adecuada la formación de los catequistas hay que tener en cuenta, previamente, una serie de criterios inspiradores que configuran con diferentes acentos dicha formación:

– Se trata, ante todo, de formar catequistas para las necesidades evangelizadoras de este momento histórico con sus valores, sus desafíos y sus sombras. Para responder a él se necesitan catequistas dotados de una fe profunda, de una clara identidad cristiana y eclesial y de una honda sensibilidad social. Todo plan formativo ha de tener en cuenta estos aspectos.

– La formación tendrá presente, también, el concepto de catequesis que hoy propugna la Iglesia. Se trata de formar a los catequistas para que puedan impartir no sólo una enseñanza sino una formación cristiana integral, desarrollando tareas de « iniciación, de educación y de enseñanza ». Se necesitan catequistas que sean, a un tiempo, maestros, educadores y testigos.

– El momento catequético que vive la Iglesia invita, también, a preparar catequistas integradores, que sepan superar « tendencias unilaterales divergentes » y ofrecer una catequesis plena y completa. Han de saber conjugar la dimensión veritativa y significativa de la fe, la ortodoxia y la ortopraxis, el sentido social y eclesial. La formación ha de ayudar a que los polos de estas tensiones se fecunden mutuamente.

– La formación de los catequistas laicos no puede ignorar el carácter propio del laico en la Iglesia y no debe ser concebida como mera síntesis de la formación propia de los sacerdotes o de los religiosos. Al contrario, se tendrá muy en cuenta que « su formación recibe una característica especial por su misma índole secular, propia del laicado, y por el carácter propio de su espiritualidad ».

– Finalmente, la pedagogía utilizada en esta formación tiene una importancia fundamental. Como criterio general hay que decir que debe existir una coherencia entre la pedagogía global de la formación del catequista y la pedagogía propia de un proceso catequético. Al catequista le sería muy difícil improvisar, en su acción catequética, un estilo y una sensibilidad en los que no hubiera sido iniciado durante su formación.

Las dimensiones de la formación: el ser, el saber, el saber hacer . La formación de los catequistas comprende varias dimensiones. La más profunda hace referencia al ser del catequista, a su dimensión humana y cristiana. La formación, en efecto, le ha de ayudar a madurar, ante todo, como persona, como creyente y como apóstol. Después está lo que el catequista debe saber para desempeñar bien su tarea. Esta dimensión, penetrada de la doble fidelidad al mensaje y a la persona humana, requiere que el catequista conozca bien el mensaje que transmite y, al mismo tiempo, al destinatario que lo recibe y al contexto social en que vive. Finalmente, está la dimensión del saber hacer , ya que la catequesis es un acto de comunicación. La formación tiende a hacer del catequista un educador del hombre y de la vida del hombre.

Madurez humana, cristiana y apostólica de los catequistas
Apoyado en una madurez humana inicial, el ejercicio de la catequesis, constantemente discernido y evaluado, permitirá al catequista crecer en equilibrio afectivo, en sentido crítico, en unidad interior, en capacidad de relación y de diálogo, en espíritu constructivo y en trabajo de equipo. Se procurará, sobre todo, hacerle crecer en el respeto y amor hacia los catecúmenos y catequizandos: « ¿De qué amor se trata? Mucho más que el de un pedagogo; es el amor de un padre: más aún, el de una madre. Tal es el amor que el Señor espera de cada anunciador del Evangelio, de cada constructor de la Iglesia ».

La formación cuidará, al mismo tiempo, que el ejercicio de la catequesis alimente y nutra la fe del catequista, haciéndole crecer como creyente. Por eso, la verdadera formación alimenta, ante todo, la espiritualidad del propio catequista, de modo que su acción brote, en verdad, del testimonio de su vida. Cada tema catequético que se imparte debe nutrir, en primer lugar, la fe del propio catequista. En verdad, uno catequiza a los demás catequizándose antes a sí mismo.

La formación, también, alimentará constantemente la conciencia apostólica del catequista, su sentido evangelizador. Para ello ha de conocer y vivir el proyecto de evangelización concreto de su Iglesia diocesana y el de su parroquia, a fin de sintonizar con la conciencia que la Iglesia particular tiene de su propia misión. La mejor forma de alimentar esta conciencia apostólica es identificarse con la figura de Jesucristo, maestro y formador de discípulos, tratando de hacer suyo el celo por el Reino que Jesús manifestó. A partir del ejercicio de la catequesis, la vocación apostólica del catequista, alimentada con una formación permanente, irá constantemente madurando.

La formación bíblico-teológica del catequista

Además de testigo, el catequista debe ser maestro que enseña la fe. Una formación bíblico-teológica adecuada le proporcionará un conocimiento orgánico del mensaje cristiano, articulado en torno al misterio central de la fe que es Jesucristo.

El contenido de esta formación doctrinal viene pedido por los elementos inherentes a todo proceso orgánico de catequesis:

– las tres grandes etapas de la Historia de la salvación: Antiguo Testamento, vida de Jesucristo e historia de la Iglesia;

– los grandes núcleos del mensaje cristiano: Símbolo, liturgia, moral y oración.

En el nivel propio de una enseñanza teológica, el contenido doctrinal de la formación de un catequista es el mismo que el que la catequesis debe transmitir. Por otra parte, la Sagrada Escritura deberá ser « como el alma de toda esta formación ». El Catecismo de la Iglesia Católica, será referencia doctrinal fundamental de toda la formación, juntamente con el Catecismo de la propia Iglesia particular o local.

Esta formación bíblico-teológica debe reunir algunas cualidades:

a) En primer lugar, es preciso que sea una formación de carácter sintético, que corresponda al anuncio que se ha de transmitir, y donde los diferentes elementos de la fe cristiana aparezcan, trabados y unidos, en una visión orgánica que respete la « jerarquía de verdades ».

b) Esta síntesis de fe ha de ser tal que ayude al catequista a madurar en su propia fe, al tiempo que le capacite para dar razón de la esperanza en un tiempo de misión: « Se revela hoy cada vez más urgente la formación doctrinal de los fieles laicos, no sólo por el natural dinamismo de la profundización de su fe, sino también por la exigencia de dar razón de la esperanza que hay en ellos, frente al mundo y sus graves y complejos problemas ».

c) Debe ser una formación teológica muy cercana a la experiencia humana, capaz de relacionar los diferentes aspectos del mensaje cristiano con la vida concreta de los hombres y mujeres, « ya sea para inspirarla, ya para juzgarla, a la luz del Evangelio ». De alguna forma, y manteniéndose como enseñanza teológica, debe adoptar un talante catequético.

d) Finalmente ha de ser tal que el catequista « pueda no sólo transmitir con exactitud el mensaje evangélico, sino también capacitar a los mismos catequizandos para recibir ese mensaje de manera activa y poder discernir lo que, en su vida espiritual, es conforme a la fe ».

Las ciencias humanas en la formación de los catequistas
El catequista adquiere el conocimiento del hombre y de la realidad en la que vive por medio de las ciencias humanas, que han alcanzado en nuestros días un incremento extraordinario. « Hay que conocer y emplear suficientemente en el trabajo pastoral no sólo los principios teológicos sino también los descubrimientos de las ciencias profanas, sobre todo en psicología y sociología, llevando así a los fieles a una más pura y madura vida de fe ».

Es necesario que el catequista entre en contacto al menos con algunos elementos fundamentales de la psicología: los dinamismos psicológicos que mueven al hombre, la estructura de la personalidad, las necesidades y aspiraciones más hondas del corazón humano, la psicología evolutiva y las etapas del ciclo vital humano, la psicología religiosa y las experiencias que abren al hombre al misterio de lo sagrado...

Las ciencias sociales proporcionan el conocimiento del contexto socio-cultural en que vive el hombre y que afecta decisivamente a su vida. Por eso es necesario que en la formación de los catequistas se haga « un análisis de las condiciones sociológicas, culturales y económicas, en tanto que estos datos de la vida colectiva pueden tener una gran influencia en el proceso de la evangelización ».

Junto a estas ciencias recomendadas explícitamente por el Concilio Vaticano II, otras ciencias han de estar presentes, de un modo u otro, en la formación de los catequistas, especialmente las ciencias de la educación y ciencias de la comunicación.

Criterios que pueden inspirar el empleo de las ciencias humanas en la formación de los catequistas
Estos son:

a) El respeto a la autonomía de las ciencias: « La Iglesia afirma la autonomía legítima de la cultura humana y especialmente la de las ciencias ».

b) El discernimiento evangélico de las diferentes tendencias o escuelas psicológicas, sociológicas y pedagógicas: sus valores y sus límites.

c) El estudio de las ciencias humanas —en la formación de los catequistas— no es un fin en sí mismo. La toma de conciencia de la situación existencial, psicológica, cultural y social del hombre, se hace con vistas a la fe en que se le quiere educar.

d) La teología y las ciencias humanas, en la formación de catequistas, deben fecundarse mutuamente. En consecuencia hay que evitar que estas ciencias se conviertan en la única norma para la pedagogía de la fe, prescindiendo de los criterios teológicos que dimanan de la misma pedagogía divina. Son disciplinas fundamentales y necesarias, pero siempre al servicio de una acción evangelizadora que no es sólo humana.

La formación pedagógica

Junto a las dimensiones que conciernen al ser y al saber, la formación de los catequistas, ha de cultivar también la del saber hacer . El catequista es un educador que facilita la maduración de la fe que el catecúmeno o el catequizando realiza con la ayuda del Espíritu Santo.

Lo primero que hay que tener en cuenta en este decisivo aspecto de la formación es respetar la pedagogía original de la fe. En efecto, el catequista se prepara para facilitar el crecimiento de una experiencia de fe de la que él no es dueño. Ha sido depositada por Dios en el corazón del hombre y de la mujer. La tarea del catequista es solo cultivar ese don, ofrecerlo, alimentarlo y ayudarlo a crecer.

La formación tratará de que madure en el catequista la capacidad educativa, que implica: la facultad de atención a las personas, la habilidad para interpretar y responder a la demanda educativa, la iniciativa de activar procesos de aprendizaje y el arte de conducir a un grupo humano hacia la madurez. Como en todo arte, lo más importante es que el catequista adquiera su estilo propio de dar catequesis, acomodando a su propia personalidad los principios generales de la pedagogía catequética.

Más en concreto: el catequista, particularmente el dedicado de modo más pleno a la catequesis, habrá de capacitarse para saber programar -en el grupo de catequistas- la acción educativa, ponderando las circunstancias, elaborando un plan realista y, después de realizarlo, evaluándolo críticamente. También ha de ser capaz de animar un grupo, sabiendo utilizar con discernimiento las técnicas de animación grupal que ofrece la psicología.

Esta capacidad educativa y este saber hacer, con los conocimientos, actitudes y técnicas que lleva consigo, « pueden adquirirse mejor, si se imparten al mismo tiempo que se realizan, por ejemplo durante las reuniones tenidas para preparar y revisar las sesiones de catequesis ».

El fin y la meta ideal es procurar que los catequistas se conviertan en protagonistas de su propio aprendizaje, situando la formación bajo el signo de la creatividad y no de una mera asimilación de pautas externas. Por eso debe ser una formación muy cercana a la práctica: hay que partir de ella para volver a ella.

La formación de los catequistas dentro de las comunidades cristianas
Entre los cauces de formación de los catequistas destaca, ante todo, la propia comunidad cristiana. Es en ella donde el catequista experimenta su vocación y donde alimenta constantemente su sentido apostólico. En la tarea de asegurar su maduración progresiva como creyente y testigo, la figura del sacerdote es fundamental.

Una comunidad cristiana puede realizar varios tipos de acciones formativas en favor de sus catequistas:

a) Una de ellas consiste en alimentar constantemente la vocación eclesial de los catequistas, fomentando en ellos la conciencia de ser enviados por la Iglesia.

b) También es muy importante procurar la maduración de la fe de los propios catequistas, a través del cauce normal con el que la comunidad educa en la fe a sus agentes de pastoral y a los laicos más comprometidos.

Cuando la fe de los catequistas no es todavía madura, es aconsejable que participen en un proceso de tipo catecumenal para jóvenes y adultos. Puede ser el proceso ordinario de la propia comunidad o uno creado expresamente para ellos.

c) La preparación inmediata de la catequesis, realizada con el grupo de catequistas, es un medio formativo excelente, sobre todo si va seguida de una evaluación de todo lo experimentado en las sesiones de catequesis.

d) También pueden realizarse, dentro del marco de la comunidad, otras actividades formativas: cursos de sensibilización a la catequesis, por ejemplo a comienzo del año pastoral; retiros y convivencias en los tiempos fuertes del año litúrgico; cursos monográficos sobre temas que parezcan necesarios o urgentes; una formación doctrinal más sistemática, por ejemplo estudiando el Catecismo de la Iglesia Católica... Son actividades de formación permanente que, junto al trabajo personal del catequista, aparecen como muy convenientes.

Escuelas de catequistas

La asistencia a una Escuela de catequistas es un momento particularmente importante, dentro del proceso formativo de un catequista. En muchos lugares tales escuelas funcionan a un doble nivel: para « catequistas de base » y para « responsables de catequesis ».

Escuelas de catequistas de base con la finalidad de proporcionar una formación catequética, orgánica y sistemática, de carácter básico y fundamental. Durante un tiempo suficientemente prolongado, se cultivan las dimensiones más específicamente catequéticas de la formación: el mensaje cristiano, el conocimiento del hombre y del contexto sociocultural y la pedagogía de la fe.

Las ventajas de esta formación orgánica son grandes y conciernen a:

– su sistematicidad, al tratarse de una formación menos absorbida por lo inmediato de la acción;

– su calidad, al contar con formadores especializados;

– su integración con catequistas de diferentes comunidades, que fomentan la comunión eclesial.

TE INVITAMOS A ORAR

jueves, 19 de febrero de 2009

8. ID POR TODO EL MUNDO

(tomado de Agustinas Misioneras)

1. Ambientación

Aquella mañana, Jesús salió al encuentro de las mujeres y les dijo que avisasen a sus hermanos para que fuesen a Galilea, porque allí lo verían. Con esta buena noticia los discípulos marcharon al monte que Jesús les había indicado. Allí le vieron y al verle le adoraron. Jesús, entonces, se acercó a ellos y les dijo: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».

Esta misión que el mismo Jesús comunicó una vez resucitado y que se ha ido viviendo de generación en generación, de cristianos a cristianos, es la misma que nosotros también tomamos ahora. Todos nosotros hemos sido llamados por Jesús para anunciar su evangelio entre los niños y jóvenes, y todos hemos respondido de forma generosa. Por este motivo, por ser Jesús el autor de la llamada, es por lo que nos encontramos reunidos ante su presencia. Para pedirle las fuerzas, el ánimo, la fe y el don necesario para ser fieles a ese mensaje que un día dio a sus discípulos y que ahora nos comunica a nosotros: «Id por todo el mundo y haced discípulos a todas las gentes».


2. Salmo del discípulo que quiere anunciar a Dios

Aquí estamos, Señor, como tus discípulos en Galilea.
Aquí estamos, Señor, respondiendo a tu llamada.
Aquí estamos, Señor, porque nuestro gozo eres tú.
Aquí estamos, Señor, queremos ser anunciadores de tu Reino.
Aquí estamos, Señor, con la confianza puesta en ti.

Como los discípulos en Galilea...
nuestro deseo es salir a tu encuentro,
porque en medio de nuestra vida
tú ocupas siempre un lugar importante.

Respondiendo a tu llamada...
porque a ti no se te puede decir que no,
porque en nuestra respuesta encontramos el gozo.
Aquí nos tienes, puedes contar con nosotros.
No sabemos si sabremos hacerlo como tú deseas,
pero sabes que la ilusión no nos falta.

Porque nuestro gozo eres tú...
Quien te descubre ya no puede vivir como antes;
quien te ha visto, ya no puede negarte;
quien te ha sentido, ya no puede olvidarte.
Tú eres nuestro gozo,
porque te hemos visto, sentido y descubierto.
Tú eres nuestro gozo,
porque eres la perla preciosa, el tesoro escondido.
Tú eres nuestro gozo,
porque toda nuestra vida tiene sentido desde tu presencia.
Queremos ser anunciadores de tu Reino...
porque te hemos sentido cerca;
porque ahora sabemos qué es lo bueno, lo perfecto;
porque cuando algo tan grande como tú se descubre,
ya no es posible guardar silencio.
Aquí estamos,
porque sabemos que nos necesitas,
y te ofrecemos lo mejor que tenemos, nuestra propia vida,
para que sea instrumento al servicio de tu Reino.

Con la confianza puesta en ti...
Sabemos que no debemos poner toda la confianza
en nuestras propias fuerzas, sino en las tuyas.
Por eso acudimos a ti,
porque si nos falta valentía, tú nos darás coraje;
porque si nos falta fe, tú nos la aumentarás;
porque si nos falta el ánimo, tú nos darás la paciencia;
porque contigo, Señor, cualquier cosa es posible.

Aquí estamos, Señor, porque eres nuestro Dios.
Aquí estamos, Señor, porque nos has mirado.
Aquí estamos, Señor, con nosotros puedes contar.
Aquí estamos, Señor, para decirte con el corazón
que nos ayudes en ésta, nuestra misión.


3. Lectura

Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo».

Mt 28, 16-20

4. Reflexión

• id y anunciad el evangelio... porque nadie debe quedar sin escucharlo.
• id y anunciad el evangelio... porque a nadie se le puede negar este tesoro.
• id y anunciad el evangelio... porque si gratis lo has recibido, gratis lo debes dar.
• id y anunciad el evangelio... porque sus palabras son palabras de vida.
• id y anunciad el evangelio... porque Dios te habla a través de la Palabra.
• id y anunciad el evangelio... porque nunca se debe ocultar.
• id y anunciad el evangelio... porque lo que es bueno para ti, con otros lo tienes que compartir.
• id y anunciad el evangelio... porque Dios te necesita.
• id y anunciad el evangelio... y yo estaré contigo hasta el final de los tiempos. Porque sin mí no puedes hacer nada; porque de mí te vendrá la fuerza para anunciarlo; porque tú solo no eres nada, pero conmigo lo eres todo.
Confía, confía en mí... Tú eres mi mensajero... Confía, confía

5. Peticiones: «Cuenta con nosotros para enunciar tu evangelio»

Tú necesitas personas dispuestas que quieran transmitir a otros cristianos lo que han vivido y experimentado.

CUENTA CON NOSOTROS PARA ANUNCIAR TU EVANGELIO

Eres las perla preciosa. Quien te descubre es capaz de vender todo con tal de conseguirte. Nosotros queremos vender lo que nos estorba y dedicar parte de nuestro tiempo para ti.

CUENTA CON NOSOTROS PARA ANUNCIAR TU EVANGELIO

Sabemos que no todo será fácil. Pronto tendremos dificultades, algún desánimo porque no conseguimos todo lo que pretendemos. Pero a pesar de todo te decimos...

CUENTA CON NOSOTROS PARA ANUNCIAR TU EVANGELIO

Hay mucha gente que ha escuchado la Buena Noticia del Reino, pero que por diversos motivos ha caído en una vivencia monótona de la fe; una fe tan pobre que a veces carece incluso de un sentido profundo. En medio de esas personas.

CUENTA CON NOSOTROS PARA ANUNCIAR TU EVANGELIO


6. Oración: «A ti me vuelvo»

Voy de regreso a tu casa.
Y a ti me vuelvo para pedirte los medios
que me permitan acercarme a ti.
Si tú me abandonas, la muerte caerá sobre mí.
Pero tú no abandonas a nadie que no te abandone.
Eres el sumo bien, y nadie te buscó debidamente sin hallarte.
Y te buscó debidamente el que tú quisiste que así te buscara.

Padre, que yo te busque sin caer en el error.
Que, al buscarte a ti, nadie me salga al paso en vez de ti.
Sal a mi encuentro, pues mi único deseo es poseerte.

Pido tu clemencia que me convierta plenamente a ti
y destierre de mí todas las repugnancias que a ello me opongan.
Y mientras llevo sobre mí la carga de mi cuerpo,
haz que sea puro, magnánimo y prudente,
perfecto conocedor y amante de tu sabiduría,
digno de habitación y habitador de tu beatísimo reino.

San Agustín

martes, 17 de febrero de 2009

7. CATEQUESIS Y CATEQUETICA

I Definición de catequesis y de catequética

1. Evangelización y catequesis


¿Qué es la evangelización?
Es la labor que realiza la Iglesia para sembrar el evangelio en todos los hombres. Es la comunicación del evangelio. Se desarrolla en tres grandes tareas:

Enseñar a los hombres el mensaje de Cristo.

Santificar a los hombres distribuyéndoles la gracia.

Guiar a los hombres hacia Dios, en las variadas situaciones de esta vida.

Ministerio de la palabra en la evangelización de la Iglesia: Para poder realizar nuestra tarea, necesitamos ubicar y diferenciar la evangelización de la catequesis. La Iglesia realiza su labor de enseñanza por varias actividades. Todas ellas forman el conjunto de acciones que llamamos el Ministerio de la Palabra en la Iglesia:



Primera evangelización:
es la primera presentación del mensaje evangélico. Tiene por objetivo provocar la conversión a Cristo de quien no se sabe llamado por Dios a seguir a su Hijo. Es el kerigma de la Iglesia dirigido a los no cristianos y también los bautizados que necesitan hacer una opción consciente por Cristo.



Catequesis:
es la profundización en el mensaje evangélico para educar la fe.(CIC n.5)

Predicación:
es la presentación del mensaje evangélico un contexto generalmente litúrgico y tiene por objetivo vivir integralmente el momento presente.

Teología:
es el estudio científico de la fe. Como es estudio, se realiza sólo con la inteligencia. Como es científico, requiere de un método y de una terminología especial. Como es sobre la fe, presupone que se tiene ya la fe.

Evangelización
Enseñar
* Primera evangelización
* Catequesis
* Predicación
* Teología

Santificar
* Sacramentos
* Liturgia
* Oración individual

Guiar
* Legislar
* Dar consejos
* Vivir la caridad y la justicia
* Renovar las estructuras temporales

Diferencias y cercanía entre evangelización, catequesis y otras actividades evangelizadoras de la Iglesia.

Como hemos visto en el indice anterior la catequesis es una parte integrante del mundo de la evangelización, así como otras actividades evangelizadoras de la Iglesia. Pero unas con otras interactúan para dar una mejor visión integral del cristiano para cumplir su misión. Indudablemente vamos a necesitar de todas estas facetas de la evangelización en la catequesis como veremos más adelante.

2. La catequesis como educación de la fe
Ahora, explicamos la definición de catequesis: La catequesis es profundizar en el mensaje evangélico para educar la fe.

Profundizar:
es conseguir más de lo que se tiene. Por eso, la catequesis no es el primer paso hacia la fe. Se presupone que ya se consiguió con la primera evangelización.


Mensaje evangélico:
es la doctrina de Cristo. Pero entendida como la ve la Iglesia.

Educar:
es busca hacer crecer la semilla que Dios depositó en el alma el día del Bautismo. No busca tanto dar muchas informaciones sobre el mensaje de Cristo

Fe:
es aceptar lo que Dios nos propone. Requiere:

Entendimiento (acto de inteligencia). Pero nunca podemos llegar a abarcar totalmente la grandeza infinita de Dios.

Aceptación (acto de voluntad). Después, la voluntad decide si acepta o no los datos que ha recibido la inteligencia.

Gracia de Dios. Como la voluntad no recibe con total seguridad sobre cuanto le presenta la inteligencia, necesita la ayuda de la gracia para aceptar lo que está más allá sus posibilidades

3. La catequesis como ciencia y como acciónLa catequética es la ciencia que estudia cómo hacer mejor la catequesis. Y, como todas las ciencias, tiene que actuar con un método científico. Emplea además un lenguaje técnico y preciso. Pero, es diversa de la teología como una ciencia.

La catequesis es además una acción. La catequesis trata la fe como un tesoro para transmitirlo a alguien, al hombre de la calle. Tiene que llegar a todo los estrados sociales y culturales. Tiene que dar repuestas a muchas preguntas simples e intranscendentes. Pero siempre son preguntas que tocan la vida diaria y los conflictos de las personas comunes.

II La Historia de la catequesis

La Historia es maestra de la vida. ¿Qué lograremos al recorrer los momentos más relevantes de la vida de la catequesis? Conocer los grandes éxitos que protagonizaron otros evangelizadores y poder aprovecharlos para nuestra tarea. También descubriremos errores que nos evitarán tropezar.


Catequesis de Nuestro Señor Jesucristo * Objetivo definido.

* Armonía. Pide Fundamentos.

* Vivencial. Inducción.

* Adaptación. Activo. Participativo.

* Respetuoso y Positivo.

* Relación Doctrina-Realidad.

* Esencial.
* Vuelve a puntos anteriores.
* Conclusiones.



Catequesis de los apóstoles * Kerigma.

* Predicación.
* Enseñanza o instrucción.
* Primeras fórmulas de fe.
* Redacción de los evangelios
* Redacción del Nuevo Testamento.
* Catequesis de los Santos Padres
* Teoría de San Agustín sobre la catequesis en tres fases:

- Relato.
- Abrir la esperanza.
- Suscitar la alegría.

Catecumenado

* Crecimiento y expansión del cristianismo.
* Paz de Constantino. (Año 313).
* Estructuración definitiva del catecumenado, (con variantes según las diversas iglesias).
* La existencia de numerosos testimonios de ésta época (catequesis y homilías de los llamados Padres de la Iglesia).



Evangelización de los Bárbaros

* La evangelización de Europa tras la caída del Imperio Romano.
* La generalización del bautismo de los niños.
* La instrucción catequética es confiada a los padres.
* Con la cristianización de la cultura, la socialización viene a sustituir a la iniciación.
* Descenso de la práctica cristiana e ignorancia religiosa.
* Recuperación intentada por algunos humanistas cristianos.



Reforma y Contrarreforma

* Lutero (alemán) rompe con Roma en 1517.

* Lutero y sus catecismos: mayor y menor, con mucho éxito.
* La reforma protestante encuentra un valioso elemento de expansión en los catecismos de Lutero.
* El concilio de Trento promueve la tarea catequética y, con ella, impulsa la reforma de la Iglesia.
* Nacimiento de catecismos católicos:

- Catecismo Romano. (Pío V, 1566).
- Catecismos españoles de Ripalda y Astete 1591 y 1593 respectivamente.
- Ambos con más de mil ediciones.

El Nuevo Mundo

* En el descubrimiento de América con su evangelización, la catequesis constituye un importante apoyo a la inculturación de la fe.
* Uno de los primeros catecismos usados fue: Coloquios o doctrina cristiana.
* En 1523 Pedro de Gante publica un Catecismo de pictogramas.

Un Mundo Cambiante: * Se caracteriza por una marcada estabilidad en la catequesis.
* Hay un enfoque diferente en cuanto a la atención de los niños.
* Se empiezan a desarrollar las comunidades religiosas dedicadas a la enseñanza.
* Resurge el espíritu misionero en la Iglesia.

Siglo XX
* Impulso del Papa Pío X a la catequesis.
* Legislación sobre la catequesis en el Código de derecho canónico.
* Pío XI establece los Secretariados diocesanos de catequesis.
* El concilio Vaticano II se propone la "puesta al día" de la Iglesia para dialogar con el mundo moderno:

- El movimiento bíblico.

- El movimiento litúrgico.

- El movimiento Kerigmático.

- El movimiento humanista católico.

En 1992 se publica el Catecismo Universal por el Papa Juan Pablo II.


III Los elementos fundamentales en catequesis

1. La finalidad

La finalidad es la meta que se desea conseguir. Al emprender un viaje, la meta marcada nos fija el camino a elegir, los medios más oportunos para llegar a ella, la duración y el costo alto o bajo que deseamos pagar por el trayecto. Lo mismo es en catequesis. Quien conoce la meta, puede elegir muy bien el camino. Quién no sabe a dónde va ¿cómo podrá elegir bien lo que necesita?

Por lo tanto, el catequista debe habituarse a fijar las prioridades de su trabajo. Es decir, debe conocer muy bien cuál meta es prioritaria y cuál secundaria. Podrá seleccionar las prioridades según la meta que debe lograr al final de su curso.

2. El contenido
El contenido de la catequesis es la doctrina o mensaje que transmitimos. Este mensaje es el del Jesucristo. De hecho, la catequesis es la acción de la Iglesia que transmite este mensaje para que los hombres crean en Él.

Pero ¿Dónde está el contenido de la fe que debe transmitir la catequesis? ¿Toda la doctrina de la fe cristiana tiene la misma importancia en la catequesis? ¿Debemos transmitir todo el contenido cada vez que damos catequesis? Y, si no podemos dar todo el mensaje del Evangelio ¿cómo podemos seleccionarlo correctamente? La respuesta a estas preguntas nos dará las pistas básicas para no errar a la hora de establecer cuál es el contenido correcto de la catequesis.

El contenido de la fe que debe transmitir el catequista está en la Revelación. La Revelación la podemos encontrar en sus tres fuentes: la Tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia. No toda la doctrina de la fe cristiana tiene la misma importancia en la catequesis. Hay verdades, que tienen más importancia que otras. Más aún, el buen catequista debe enseñar a sus alumnos a distinguir cuáles verdades de la fe son importantes y cuáles tienen menos importancia.

Aunque es ideal cumplir siempre con toda la doctrina de la fe programada, es oportuno recordar que la integridad del contenido es una meta y no un punto de partida.

3. El destinatario
Hay muchos tipos de destinatarios: según edades, ambientes y comunidades. La catequesis no se dirige a personas con las mismas características, y no es más que repetir siempre las mismas cosas, en el mismo orden y de la misma manera.

Debemos tener en cuenta también que las personas cambian de características con el tiempo y según las épocas. Y, consecuentemente, los materiales y los métodos que servían para la catequesis hace tiempo... hoy son menos adecuados. Debemos precisar: el contenido de fe es el mismo, pero el destinatario no es el mismo.

El catequista que no logra adaptarse al grupo de personas que debe catequizar o que no sepa acomodarse al ritmo especial de alguna persona que se está educando en la fe, nunca lograr realizar una buena catequesis. Pero, destaquemos la necesidad de lograr la adaptación al destinatario sin traicionar el contenido de la fe.

4. El método
El método es el conjunto de mecanismos que ayudan a obtener un fin.
Es un conjunto porque es la suma de varios elementos.
Es un conjunto de mecanismos porque los principios que contiene cada método actúan como palancas para levantar un peso.

Y decimos que ayuda a obtener un fin porque el método es un instrumento para lograr una meta.

No es lo mismo método que técnica. El método tiene varios mecanismos que funcionan en buena armonía. La técnica tiene un sólo elemento.
El método no es lo importante. Lo importante es la meta.
Puede haber muchos métodos buenos y útiles.

Un buen método tiene que responder a las exigencias del objetivo de la catequesis, del contenido a transmitir y del destinatario a quien se dirige.

Hay métodos más útiles para motivar y otros más útiles para enseñar; hay métodos útiles para niños que nos sirven para jóvenes o adultos; hay métodos oportunos para tratar un tema que no sirven para tratar otro tema.

Un buen método en catequesis no sólo transmite bien la doctrina, sino que además fomenta la aceptación de la fe en el corazón de quien recibe el mensaje de Cristo.

El catequista es el factor principal para el éxito de un método. La catequesis es, ante todo, un testimonio. Y los aparatos o los mecanismos no pueden dar testimonio. Sólo las personas son testigos.

Un buen método en catequesis debe envolver a toda la persona. Los métodos mejores activan todas las facultades del ser humano: la imaginación, la voluntad, los sentimientos, la inteligencia, la memoria, etc.

5. El agente
El lugar que ocupa el catequista entre Dios y el destinatario nos ayuda haber su función mediadora. Su papel es acercar a Dios y al destinatario. Su función, pues, es mitad sobrenatural y mitad humana. Es, por esto, que el catequista tiene que lograr su máxima capacitación en lo espiritual y en lo humano.

En segundo lugar, conviene destacar los límites del catequista. Muchos rechazan ser catequista porque son imperfectos y sin cualidades. Pero, si buscáramos un santo perfecto para dar catequesis, nadie estaría capacitado. El catequista es un instrumento. Y tiene los límites del instrumento.

6. El lenguaje
Hay diversos lenguajes: de la palabra, de los gestos, de la música, de la imagen, del silencio, lenguaje bíblico, lenguaje eclesial, lenguaje teológico y lenguaje común.

El lenguaje es uno de los elementos en que el catequista debe adaptarse al destinatario. Si no lo hace, no le entenderán. Por eso, debe aprovechar todos los lenguajes que le ayuden a transmitir su mensaje. Debe tener claro que el lenguaje es un medio de comunicación. No tiene más importancia que ser instrumento. Pero debe vigilar que sea el más oportuno para hacerse entender y para lograr que el mensaje del Evangelio sea comprendido.

7. Los instrumentos didácticos
Hoy día, la técnica nos ofrece de usar videos y otros materiales didácticos para la catequesis. Pero no debemos convertir nuestra catequesis en una gran maquinaria de instrumentos que producir la fe como una fábrica de coches. La catequesis necesita los instrumentos. Pero debe superar a los instrumentos. Recordemos que ningún instrumento sustituye el testimonio personal y experiencial de quien afirma la fe en Jesucristo ante los demás, es decir, la acción personal y directa del catequista.

Los buenos materiales siguen los principios básicos que aplicamos anteriormente al método. Es decir, adaptación al destinatario para quien se dirige, variedad que atienda a los objetivos y al contenido que prevé nuestro programa, que sea rico de motivaciones y enseñanzas, etc.

8. Las circunstancias. Lugar y tiempo


Importa elegir bien el horario y el lugar en que se imparte la catequesis. Si organizamos un curso para niños mientras están en la escuela, es evidente que habrá mala asistencia. Si elegimos un lugar al que es difícil llegar porque no hay transporte, también habrá poca asistencia. Somos humanos. Y damos catequesis a seres humanos. Y, si no está organizado humanamente nuestro programa, no tendrá aplicación para seres humanos.



9. Los canales para catequizar



Entendemos por canales los conductos por los que el catequista utiliza para llevar el mensaje del Evangelio, por ejemplo, la radio. Es obvio que algunos de los canales de que hablaremos son más bien lugares. Es decir, son espacios en los que el evangelizador se hace presente para transmitir su mensaje; por ejemplo, la parroquia o la zona habitacional. También los llamamos canales porque son el conducto amplio en que se realiza la catequesis.

Hay canales más adecuados para determinados contenidos. Hay canales más adecuados para las capacidades del catequista y hay canales más adecuados según los destinatarios. Hay que tener en cuenta también otros elementos para elegir el canal de catequesis más adecuado para cada ocasión.



10. La promoción



Buena motivación para acudir y recibir con gusto el mensaje del evangelio.





IV Principios fundamentales en catequesis



Los principios fundamentales de la catequética deben apoyarse, pues, en principios antropológicos y en principios teológicos contemporáneamente.

Debemos considerar también que los principios fundamentales de la catequética deben garantizar una catequesis adecuada al objetivo, al destinatario y al contenido de cada catequesis. Sin embargo, la buena catequesis debe equilibrar la referencia a todos estos elementos.



1. Principios Generales



La catequesis debe ser fiel a Dios y al hombre.
La catequesis debe transmitir la fe en sus dos dimensiones.
La catequesis debe equilibrar el uso de criterios teológicos y humanos.
La buena catequesis es adaptación e inculturación.
La catequesis debe dar prioridad al catequista sobre el resto de los elementos.



2. Principios Catequéticos para conseguir el objetivo de una completa educación en la fe:


La catequesis debe incorporar viva y activamente al cristiano en la vida de su comunidad.
La catequesis debe formar la vivencia litúrgica.
Hay que buscar los frutos de catequesis adecuados a la etapa de desarrollo cristiano de cada persona.
La catequesis debe educar la fe atendiendo a todas las facultades de la persona.
La catequesis debe de llevar a consecuencias prácticas.
La catequesis debe lograr la autoconvicción de la fe.
La catequesis debe favorecer la promoción humana del catecúmeno.



3. Principios Catequéticos para sistematizar correctamente el contenido de la catequesis:



La catequesis debe usar equilibradamente las tres fuentes de la revelación.
Debe fundamentar sólidamente la fe.
Debe equilibrar la presentación de todas las reas fundamentales de la vida cristiana.
El mensaje debe aparecer cristocéntrico y trinitario.
Debe presentar sistemáticamente el mensaje básico de la fe.



4. Principios Catequéticos para lograr una catequesis eficaz:



La catequesis participativa es más eficaz.
La mejor catequesis es la que relaciona el contenido de la fe con la experiencia del destinatario.
La buena catequesis educa la fe centrándose en lo básico.
En la educación de la fe, ayuda más enseñar a caminar que mostrar la meta.
La catequesis necesita equilibrar la inducción con la deducción.
Toda catequesis debe motivar.
Debe facilitar la memorización.

Debe adaptarse al destinatario.



5. Principios para una correcta visión del destinatario:



El catequista debe descubrir las raíces culturales de su destinatario.
Es muy necesario tomar las previsiones necesarias, porque vivimos en una etapa de transición cultural.
El catequista debe buscar la atención personalizada a sus destinatarios.
Hay que dar prioridad a las personas sobre la organización o los instrumentos.
Hay que buscar objetivos profundos y actualizar constantemente las metas intermedias y los programas.
El catequista necesita actualizarse constantemente para comprender y adaptarse mejor a sus destinatarios.
La catequesis debe ser misionera.





V) Bases teológicas para una catequesis actualizada.
10. La promoción



Buena motivación para acudir y recibir con gusto el mensaje del evangelio.





IV Principios fundamentales en catequesis



Los principios fundamentales de la catequética deben apoyarse, pues, en principios antropológicos y en principios teológicos contemporáneamente.

Debemos considerar también que los principios fundamentales de la catequética deben garantizar una catequesis adecuada al objetivo, al destinatario y al contenido de cada catequesis. Sin embargo, la buena catequesis debe equilibrar la referencia a todos estos elementos.



1. Principios Generales



La catequesis debe ser fiel a Dios y al hombre.
La catequesis debe transmitir la fe en sus dos dimensiones.
La catequesis debe equilibrar el uso de criterios teológicos y humanos.
La buena catequesis es adaptación e inculturación.
La catequesis debe dar prioridad al catequista sobre el resto de los elementos.



2. Principios Catequéticos para conseguir el objetivo de una completa educación en la fe:


La catequesis debe incorporar viva y activamente al cristiano en la vida de su comunidad.
La catequesis debe formar la vivencia litúrgica.
Hay que buscar los frutos de catequesis adecuados a la etapa de desarrollo cristiano de cada persona.
La catequesis debe educar la fe atendiendo a todas las facultades de la persona.
La catequesis debe de llevar a consecuencias prácticas.
La catequesis debe lograr la autoconvicción de la fe.
La catequesis debe favorecer la promoción humana del catecúmeno.



3. Principios Catequéticos para sistematizar correctamente el contenido de la catequesis:



La catequesis debe usar equilibradamente las tres fuentes de la revelación.
Debe fundamentar sólidamente la fe.
Debe equilibrar la presentación de todas las reas fundamentales de la vida cristiana.
El mensaje debe aparecer cristocéntrico y trinitario.
Debe presentar sistemáticamente el mensaje básico de la fe.



4. Principios Catequéticos para lograr una catequesis eficaz:



La catequesis participativa es más eficaz.
La mejor catequesis es la que relaciona el contenido de la fe con la experiencia del destinatario.
La buena catequesis educa la fe centrándose en lo básico.
En la educación de la fe, ayuda más enseñar a caminar que mostrar la meta.
La catequesis necesita equilibrar la inducción con la deducción.
Toda catequesis debe motivar.
Debe facilitar la memorización.

Debe adaptarse al destinatario.



5. Principios para una correcta visión del destinatario:



El catequista debe descubrir las raíces culturales de su destinatario.
Es muy necesario tomar las previsiones necesarias, porque vivimos en una etapa de transición cultural.
El catequista debe buscar la atención personalizada a sus destinatarios.
Hay que dar prioridad a las personas sobre la organización o los instrumentos.
Hay que buscar objetivos profundos y actualizar constantemente las metas intermedias y los programas.
El catequista necesita actualizarse constantemente para comprender y adaptarse mejor a sus destinatarios.
La catequesis debe ser misionera.





V) Bases teológicas para una catequesis actualizada.



1. Bases teológicas generales.

a) Dimensión práctica de la Teología de Comunión: Partiendo de una visión de la Iglesia como la comunión de los fieles entre sí y como la comunión de los Santos, encontramos que esta realidad se vive humanamente en dos direcciones: la unión estática de las personas entre sí y la acción exterior de comunicarse.

b) Teológicamente, la Historia de la Salvación es comunicación: Si nos fijamos en la acción de Dios para acercarnos nosotros a su modo de actuar en la educación de la fe en la Historia, encontramos que creó al hombre para comunicarle su Verbo y su Amor.

c) Dios creó al hombre para comunicarle su Verbo y su Amor: La catequesis debe actuarse, por lo tanto, con palabras y acciones transmisoras de la fe, de la esperanza y de la caridad divina.

d) La misión de la Iglesia es continuar la comunicación de la vida de Dios: La vida de Dios nos llega hoy por la palabra, por los sacramentos y por el testimonio hecho acción. La catequesis debe ser decididamente misionera.

e) La Iglesia cumple su misión cuando comunica el Evangelio adecuadamente al grupo cultural a quien se dirige. La Iglesia está constituida por hombres unidos a Cristo en el Espíritu. Por ello, sólo es posible lograr una buena catequesis por medio de la acción de los catequistas (cfr. CL, 35). La catequesis debe inculturizar el Evangelio. Y el catequista debe inculturizarse como persona.

f) La catequesis, si se percibe según el esquema de la comunicación, requiere de unas leyes básicas:

El comunicador esencial es Dios. El agente catequista es un colaborador de Dios.

El catequista tiene que ser fiel al mensaje y ritmo de Dios.

El catequista tiene que poner todos sus talentos humanos al servicio de la acción evangelizadora.

El catequista debe inculturizarse para codificar en un lenguaje correcto el mensaje que debe transmitir.

El catequista debe elegir el canal correcto para llevar el Evangelio.

Para respetar la libertad del destinatario, la catequesis debe centrarse en el testimonio de vida y la santidad del catequista.



2. Fundamentos cristocéntricos



La catequesis debe ser una acción cristocéntrica. Cristo debe ser el criterio, el centro y el modelo de toda acción evangelizadora. Podemos considerar este cristocentrismo desde varios ángulos:

Cristo Profeta: La catequesis deber imitarle con la acción directa de la palabra.

Cristo Redentor-sacerdote: El catequista debe sacrificar lo propio por otros.

Cristo Pastor(Rey)-dedicado a los demás: La catequesis necesita de personas dedicadas y cualificadas para el servicio de otros.

Mariología: La catequesis debe realizarse según el modelo de fe y docilidad de María, por encima del orgullo y la autosuficiencia humanos.

3. Fundamentos eclesiológicos para una Nueva Evangelización de América Latina.

a) Una eclesiología de comunión y de comunicación.
Sólo podemos realizar una Nueva Evangelización de América Latina con una eclesiología de comunión. Porque la evangelización y la catequesis necesitan de la colaboración de todos (CL, 15, 23; RM, 27). La eclesiología del anuncio nos recuerda que la acción evangelizadora es comunicar el Evangelio (RM, 20).

b) Eclesiología de la misión.
Pero también debemos partir de una eclesiología de misión, pues la labor pide la transmisión del mensaje evangélico más allá de las fronteras de nuestra Comunidad eclesial (Nueva Evangelización para América Latina, Juan Pablo II, Santo Domingo 21, oct.1984). La catequesis busca llegar a todos los hombres del continente (RM, 23).

c) Eclesiología de la corresponsabilidad:
La misión de la Iglesia es una tarea de todos sus miembros. Esta responsabilidad corresponde en formas y grados diferentes. Pero todos tiene que aportar su grano de mostaza. Sólo así habrá arbustos para que puedan anidar las aves de los distintos rincones del mundo.



4. Otros fundamentos teológicos más actuales.

a) Una salvación integral.
La realidad dolorida y cambiante de América Latina pide una visión de la catequesis que parta de una salvación integral. Porque la catequesis debe ofrecer al hombre, al mismo tiempo, un desarrollo terrestre y trascendente.

b) La Liturgia y la Religiosidad Popular.
La catequesis necesita revalorizar la Liturgia y la Religiosidad Popular, pero sin restringirse a ellas.

c) Abarcar todos los valores. Y luchar por ellos.
Debemos transmitir y debemos regirnos por una Ética del compromiso interior y de valores convencidos.



VI El perfil del catequista.



1. Vocación y fisonomía del catequista.

a) Papel vital de la vocación del catequista:

Hace años, no sólo constatamos índices bajísimos de formación cristiana en las grandes masas por falta de catequesis. La conclusión era clara: urgía una acción evangelizadora. Decidimos contratar catequistas que evangelizaran todo el tiempo disponible de la semana, con la finalidad de acelerar la acción catequizadora.

La acción eficaz de los catequistas permitir a los sacerdotes dedicarse más a su específica labor ministerial. Pero, para lograr este avance de la corresponsibalidad eclesial, los catequistas deben vivir con actitud misionera y apostólica. Deberán tener formación integral.

b) ¿Qué es un catequista? Fisonomía teológica:

Vamos a analizar cómo ven la Biblia y los documentos del Magisterio de la Iglesia la fisonomía del catequista. Pero, cuando el catequista es dócil a la Palabra de Dios y la transmite con fidelidad, es Dios quien habla por él. Se convierte en instrumento de la Palabra vivificadora.



c) ¿Qué es un catequista? Fisonomía humana:

El catequista es un educador. Tiene que educar la fe. Pero la fe es don sobrenatural.


Características prioritarias del catequista:

El compromiso eclesial.
El sentido misionero.
La iniciativa.
La superación integral.
El trabajo en equipo.
La prudencia
La coherencia en su condición de evangelizadores
El sentido ecuménico



Un buen catequista, además de educar la fe de quienes reciben sus cursos, puede tener unos frutos indirectos:

Promover la vitalidad de la parroquia

Promocionar socialmente a sus comunidades.

Detectar y enviar vocaciones al Seminario mayor y menor, y a conventos de religiosas.

Facilitar el acercamiento de católicos alejados con la parroquia

Frenar el avance de las sectas



En resumen, un buen catequista se distingue por su profesionalidad. La profesionalidad hace que toda la vida del catequista refleje el mensaje que transmite con alegría. Preferentemente, los catequistas deben ser autóctonos, para que tengan más capacidad de inculturación.



d) El ministerio del catequista:

En algunas diócesis, se ha establecido el ministerio del catequista como una estructura estable y respaldada por la Jerarquía para desarrollar la Nueva Evangelización. Es muy conveniente este ministerio, por ser el catequista parte vital en la predicación y en la vida de la Iglesia. Recordemos que un ministerio es dar valor público y respaldo comunitario a una tarea eclesial. El catequista es un ministro de hecho, porque tiene su valor ante todos y la comunidad lo necesita.

2. La formación del catequista:

La formación debe equilibrar la capacitación intelectual con la experiencia real. Es decir, es indispensable la formación por la acción. Es necesario definir el modelo de catequista que se desea conseguir, de acuerdo con las necesidades o con los programas de trabajo. Un buen programa de formación de catequistas debe tener mecanismos de acompañamiento para ayudar a cada uno ante las dificultades y preguntas que le vayan surgiendo en su trabajo. Debe evaluarse el avance o las necesidades del programa educativo, para precisar cuáles variantes o novedades se requiere incluir en el programa inicialmente previsto. Debe procurarse siempre el equilibrio en los cuatro sectores esenciales de la formación del catequista:



a. Formación doctrinal:

La formación del catequista inicia con una buena base doctrinal.

Sean amplios o reducidos, los programas de formación doctrinal para catequistas deben armonizar siempre las cuatro áreas esenciales de la doctrina cristiana: credo, moral, sacramentos y espiritualidad.

El catequista necesita conocer cuáles verdades tienen sólido fundamento y cuáles son opinión de escuela. Es decir, el catequista necesita doctrina segura para diferenciarla de las múltiples ideologías existentes.



b. Formación espiritual:

El catequista necesita acrecentar su experiencia de Dios durante toda su formación.

El catequista necesita fuertes experiencias eclesiales para crecer en sus motivaciones evangélicas.

El catequista debe realizar un proceso constante de superación en su compromiso de fe durante todo el periodo de formación.

Es importante desarrollar una actitud eclesial de unidad y de corresponsabilidad que permita al catequista saber trabajar junto a los otros y dejar trabajar a los otros.

El catequista debe educarse en la fidelidad a la Iglesia.

La formación debe aportar al catequista la conciencia de poseer una misión evangelizadora.
Toda la formación del catequista debe construirse sobre el amor personal a Jesucristo y a la Virgen Santísima.



c. Formación metodológica.

Un catequista se forma mejor mediante una metodología activa.

La formación del catequista también debe ser práctica.

Es preciso enseñar al catequista el uso adecuado de los instrumentos más comunes e inmediatos de la catequesis: audiovisuales, catecismos, textos, pizarrón, etc.

Hay que desarrollar mucho la capacidad de comunicación en el catequista.

El catequista debe aprender a realizar el análisis de la situación del ambiente en que debe trabajar.



d. Formación humana.

Muchos catequistas latinoamericanos tienen urgente necesidad de completar su formación humana.
La formación del catequista necesita desarrollar las virtudes humanas.

El catequista necesita recibir valores humanos muy sólidos y en todos los niveles (de sobrevivencia, culturales, sociales, artísticos, morales y transcendentales).

El proceso formativo del catequista debe enseñarle a analizar y enjuiciar equilibradamente las personas y los acontecimientos que van cruzándose en su vida. La cultura cambiante, llena de antivalores consumistas y superficiales, exigen una jerarquía de valores definida y valiosa al catequista actual, para que pueda adaptarse y transformar evangélicamente a su comunidad.

. Bases teológicas generales.

a) Dimensión práctica de la Teología de Comunión: Partiendo de una visión de la Iglesia como la comunión de los fieles entre sí y como la comunión de los Santos, encontramos que esta realidad se vive humanamente en dos direcciones: la unión estática de las personas entre sí y la acción exterior de comunicarse.

b) Teológicamente, la Historia de la Salvación es comunicación: Si nos fijamos en la acción de Dios para acercarnos nosotros a su modo de actuar en la educación de la fe en la Historia, encontramos que creó al hombre para comunicarle su Verbo y su Amor.

c) Dios creó al hombre para comunicarle su Verbo y su Amor: La catequesis debe actuarse, por lo tanto, con palabras y acciones transmisoras de la fe, de la esperanza y de la caridad divina.

d) La misión de la Iglesia es continuar la comunicación de la vida de Dios: La vida de Dios nos llega hoy por la palabra, por los sacramentos y por el testimonio hecho acción. La catequesis debe ser decididamente misionera.

e) La Iglesia cumple su misión cuando comunica el Evangelio adecuadamente al grupo cultural a quien se dirige. La Iglesia está constituida por hombres unidos a Cristo en el Espíritu. Por ello, sólo es posible lograr una buena catequesis por medio de la acción de los catequistas (cfr. CL, 35). La catequesis debe inculturizar el Evangelio. Y el catequista debe inculturizarse como persona.

f) La catequesis, si se percibe según el esquema de la comunicación, requiere de unas leyes básicas:

El comunicador esencial es Dios. El agente catequista es un colaborador de Dios.

El catequista tiene que ser fiel al mensaje y ritmo de Dios.

El catequista tiene que poner todos sus talentos humanos al servicio de la acción evangelizadora.

El catequista debe inculturizarse para codificar en un lenguaje correcto el mensaje que debe transmitir.

El catequista debe elegir el canal correcto para llevar el Evangelio.

Para respetar la libertad del destinatario, la catequesis debe centrarse en el testimonio de vida y la santidad del catequista.



2. Fundamentos cristocéntricos



La catequesis debe ser una acción cristocéntrica. Cristo debe ser el criterio, el centro y el modelo de toda acción evangelizadora. Podemos considerar este cristocentrismo desde varios ángulos:

Cristo Profeta: La catequesis deber imitarle con la acción directa de la palabra.

Cristo Redentor-sacerdote: El catequista debe sacrificar lo propio por otros.

Cristo Pastor(Rey)-dedicado a los demás: La catequesis necesita de personas dedicadas y cualificadas para el servicio de otros.

Mariología: La catequesis debe realizarse según el modelo de fe y docilidad de María, por encima del orgullo y la autosuficiencia humanos.

3. Fundamentos eclesiológicos para una Nueva Evangelización.a) Una eclesiología de comunión y de comunicación.
Sólo podemos realizar una Nueva Evangelización de América Latina con una eclesiología de comunión. Porque la evangelización y la catequesis necesitan de la colaboración de todos (CL, 15, 23; RM, 27). La eclesiología del anuncio nos recuerda que la acción evangelizadora es comunicar el Evangelio (RM, 20).

b) Eclesiología de la misión.
Pero también debemos partir de una eclesiología de misión, pues la labor pide la transmisión del mensaje evangélico más allá de las fronteras de nuestra Comunidad eclesial (Nueva Evangelización para América Latina, Juan Pablo II, Santo Domingo 21, oct.1984). La catequesis busca llegar a todos los hombres del continente (RM, 23).

c) Eclesiología de la corresponsabilidad:
La misión de la Iglesia es una tarea de todos sus miembros. Esta responsabilidad corresponde en formas y grados diferentes. Pero todos tiene que aportar su grano de mostaza. Sólo así habrá arbustos para que puedan anidar las aves de los distintos rincones del mundo.



4. Otros fundamentos teológicos más actuales.

a) Una salvación integral.
La realidad dolorida y cambiante de América Latina pide una visión de la catequesis que parta de una salvación integral. Porque la catequesis debe ofrecer al hombre, al mismo tiempo, un desarrollo terrestre y trascendente.

b) La Liturgia y la Religiosidad Popular.
La catequesis necesita revalorizar la Liturgia y la Religiosidad Popular, pero sin restringirse a ellas.

c) Abarcar todos los valores. Y luchar por ellos.
Debemos transmitir y debemos regirnos por una Ética del compromiso interior y de valores convencidos.



VI EL PERFIL DEL CATEQUISTA.



1. Vocación y fisonomía del catequista.

a) Papel vital de la vocación del catequista:
Hace años, no sólo constatamos índices bajísimos de formación cristiana en las grandes masas por falta de catequesis. La conclusión era clara: urgía una acción evangelizadora. Decidimos contratar catequistas que evangelizaran todo el tiempo disponible de la semana, con la finalidad de acelerar la acción catequizadora.

La acción eficaz de los catequistas permitir a los sacerdotes dedicarse más a su específica labor ministerial. Pero, para lograr este avance de la corresponsibalidad eclesial, los catequistas deben vivir con actitud misionera y apostólica. Deberán tener formación integral.

b) ¿Qué es un catequista? Fisonomía teológica:

Vamos a analizar cómo ven la Biblia y los documentos del Magisterio de la Iglesia la fisonomía del catequista. Pero, cuando el catequista es dócil a la Palabra de Dios y la transmite con fidelidad, es Dios quien habla por él. Se convierte en instrumento de la Palabra vivificadora.



c) ¿Qué es un catequista? Fisonomía humana:

El catequista es un educador. Tiene que educar la fe. Pero la fe es don sobrenatural.


Características prioritarias del catequista:

El compromiso eclesial.
El sentido misionero.
La iniciativa.
La superación integral.
El trabajo en equipo.
La prudencia
La coherencia en su condición de evangelizadores
El sentido ecuménico



Un buen catequista, además de educar la fe de quienes reciben sus cursos, puede tener unos frutos indirectos:

Promover la vitalidad de la parroquia

Promocionar socialmente a sus comunidades.

Detectar y enviar vocaciones al Seminario mayor y menor, y a conventos de religiosas.

Facilitar el acercamiento de católicos alejados con la parroquia

Frenar el avance de las sectas



En resumen, un buen catequista se distingue por su profesionalidad. La profesionalidad hace que toda la vida del catequista refleje el mensaje que transmite con alegría. Preferentemente, los catequistas deben ser autóctonos, para que tengan más capacidad de inculturación.



d) El ministerio del catequista:

En algunas diócesis, se ha establecido el ministerio del catequista como una estructura estable y respaldada por la Jerarquía para desarrollar la Nueva Evangelización. Es muy conveniente este ministerio, por ser el catequista parte vital en la predicación y en la vida de la Iglesia. Recordemos que un ministerio es dar valor público y respaldo comunitario a una tarea eclesial. El catequista es un ministro de hecho, porque tiene su valor ante todos y la comunidad lo necesita.



2. La formación del catequista:

La formación debe equilibrar la capacitación intelectual con la experiencia real. Es decir, es indispensable la formación por la acción. Es necesario definir el modelo de catequista que se desea conseguir, de acuerdo con las necesidades o con los programas de trabajo. Un buen programa de formación de catequistas debe tener mecanismos de acompañamiento para ayudar a cada uno ante las dificultades y preguntas que le vayan surgiendo en su trabajo. Debe evaluarse el avance o las necesidades del programa educativo, para precisar cuáles variantes o novedades se requiere incluir en el programa inicialmente previsto. Debe procurarse siempre el equilibrio en los cuatro sectores esenciales de la formación del catequista:



a. Formación doctrinal:

La formación del catequista inicia con una buena base doctrinal.

Sean amplios o reducidos, los programas de formación doctrinal para catequistas deben armonizar siempre las cuatro áreas esenciales de la doctrina cristiana: credo, moral, sacramentos y espiritualidad.

El catequista necesita conocer cuáles verdades tienen sólido fundamento y cuáles son opinión de escuela. Es decir, el catequista necesita doctrina segura para diferenciarla de las múltiples ideologías existentes.



b. Formación espiritual:

El catequista necesita acrecentar su experiencia de Dios durante toda su formación.

El catequista necesita fuertes experiencias eclesiales para crecer en sus motivaciones evangélicas.

El catequista debe realizar un proceso constante de superación en su compromiso de fe durante todo el periodo de formación.

Es importante desarrollar una actitud eclesial de unidad y de corresponsabilidad que permita al catequista saber trabajar junto a los otros y dejar trabajar a los otros.

El catequista debe educarse en la fidelidad a la Iglesia.

La formación debe aportar al catequista la conciencia de poseer una misión evangelizadora.
Toda la formación del catequista debe construirse sobre el amor personal a Jesucristo y a la Virgen Santísima.



c. Formación metodológica.

Un catequista se forma mejor mediante una metodología activa.

La formación del catequista también debe ser práctica.

Es preciso enseñar al catequista el uso adecuado de los instrumentos más comunes e inmediatos de la catequesis: audiovisuales, catecismos, textos, pizarrón, etc.

Hay que desarrollar mucho la capacidad de comunicación en el catequista.

El catequista debe aprender a realizar el análisis de la situación del ambiente en que debe trabajar.



d. Formación humana.Muchos catequistas tienen urgente necesidad de completar su formación humana.
La formación del catequista necesita desarrollar las virtudes humanas.

El catequista necesita recibir valores humanos muy sólidos y en todos los niveles (de sobrevivencia, culturales, sociales, artísticos, morales y transcendentales).

El proceso formativo del catequista debe enseñarle a analizar y enjuiciar equilibradamente las personas y los acontecimientos que van cruzándose en su vida. La cultura cambiante, llena de antivalores consumistas y superficiales, exigen una jerarquía de valores definida y valiosa al catequista actual, para que pueda adaptarse y transformar evangélicamente a su comunidad.




















"El hombre es la medida de las cosas, pero Dios es la medida del hombre." Juan Pablo II <<>> "Toda verdad, dígala quien la diga, viene del Espíritu Santo." Santo Tomás de Aquino


6.LA SANTIDAD

Consulta:

Hola mi pregunta es la siguiente: tengo que dar el tema de la santidad a un grupo de jóvenes, y me gustaría mucho que me pudieran guiar

Respuesta:


Cuando se les habla a los jóvenes hay que hacerlo con dinamismo y entusiasmo. Hay que bombardearlos con esa energía del Espíritu Santo de forma tal que ellos se sientan parte integral de lo que se les quiere comunicar. Para esto primero hay que ser ejemplo y testimonio de vida cristiana para los jóvenes. Pero este testimonio tiene que resaltar con aptitudes positivas y dinámicas. Pero sin que pierda de perspectiva que somos seres humanos que sabemos levantarnos cuando nos caemos.


Las virtudes son los medios para llagar a la santidad. La santidad es la identificación con Cristo cumpliendo amorosamente la voluntad de Dios mediante la práctica de las virtudes. Las virtudes son costumbres son hábitos buenos que nos llevan a hacer el bien. La santidad consiste en hacer el bien en todo momento. Cuando hacemos lo que es justo y bueno estamos viviendo en santidad. Ahora bien, cuanto más y mejor conocemos de Cristo y la Iglesia mayor debe ser el compromiso con Dios y con los hermanos. La santidad requiere compromiso para que sea santidad. Ejemplo de estos fueron los santos de la Iglesia.

Tipos de virtudes (V):

1. V. humanas – son recto comportamiento según la ley natural (humana) ejemplo; lealtad, diligencia, solidaridad, respeto & gratitud. Las v humanas no bastan para alcanzar la salvación.

2. V. cardinales – son las virtudes humanas más importantes, de estas brotan o nacen las demás. Ejemplo; prudencia, fortaleza, justicia y templanza.

3. V. cristianas – son rectos comportamientos según el ejemplo de Cristo, ejemplo; mansedumbre. V. evangélicas son acentos especiales que practico Jesús ejemplo; humildad, castidad, pobreza y caridad.

4. V. teologales – son las que se reciben de parte de Dios por medio de la acción del Espíritu Santo. Estas las recibimos en el bautismo, estas son; fe, esperanza y caridad.

Las Bienaventuranzas ** (Mt 5, 1 – 12 & Lc. 6, 20 – 26) es el mejor modelo de santidad que Cristo nos ha dado. Siempre que yo doy una clase (tema, charla, etc.) sobre los 10 mandamientos uso el texto de las bienaventuranzas, me explico. El pueblo de Israel cumplía la ley como puro rigorismo o exageración. El cristiano cumple la ley porque conoce el amor de Dios que nos trasmitió el mismo Cristo. En otras palabras Jesús nos dice cuando cumplimos la ley de Dios seremos felices, bienaventurados. Más aun estamos cumpliendo la voluntad de Dios. Y a cumplir la voluntad de Dios es lo nos lleva las virtudes.

Cuando des alguna charla (clase, tema, etc.) siempre es aconsejable que tenga en cuenta tres áreas básicas a discutir cuando brindas tu tema. Este es el formato (por así decirlo) que yo uso, ya sea para un tema, clase o charla. Claro está que no tiene que estar en ese preciso orden, se puede variar o intercalarlo como lo creas conveniente.

1. Fase informativa – brinda toda la información que tengas sobre el tema. Se pueden usar como referencia; la Biblia, documentos de la Iglesia (encíclicas o exhortaciones apostólicas etc.) y hasta material audio visual si lo hay disponible.

2. Fase inspiradora – donde debes presentar ejemplos (pueden ser testimonios) (santos o personas de nuestra comunidad con buen testimonio cristiano etc.) que le den fundamento y apoyo al tema.

3. Fase compromiso – buscar a insertar o llevar al joven (estudiante, etc.) al compromiso cristiano que lleve dicho tema.


* A modo de sugerencia puedes ver y/o usar algunas biografías de santos e identificar como vivieron la santidad siendo tan seres humanos como lo somos nosotros.


** Mateo presenta ocho Bienaventuranzas, mientras que Lucas solamente tres (Lc. 6, 20 -26); sin embargo no desarrollan más que un solo y mismo tema. La principal diferencia entre Mateo y Lucas radica en que sus Bienaventuranzas se dirigen a grupos distintos. Lucas las presenta tal como Jesús las proclamó: ustedes, los pobres, son los primeros beneficiarios de las promesas de Dios. Mateo, en cambio, mira a sus oyentes cristianos y contempla las maravillas que Dios realizó en ellos: felices aquellos que han acogido mi espíritu, porque verán a Dios. En resumen, Lucas señala a quiénes se dirige con prioridad la evangelización, esto es, al pueblo más sufrido y postergado. Mateo, por su parte, dice cómo mostrarnos dignos de Dios que nos ha escogido.


5.¡QUIEN ES QUIEN EN LA IGLESIA?

Jesús de Nazaret: Nació en Belén (= casa de pan) por obra y gracia del Espíritu Santo según lo profetizó Isaías, su Madre es María quien le dijo sí al Arcángel Gabriel, para que de esta forma ser la Esclava del Señor. (Leer Lucas 1, 26 – 38) Cuando María visitó a su prima Isabel proclamó las Grandezas del Señor. (Lucas 1, 46 – 55) Su padre (adoptivo) era José de oficio carpintero, hombre temeroso de Dios. Jesús en su Vida Pública funda su Iglesia (apóstoles y discípulos) a la cual por tres años fue instruyendo. Al final de su vida pública decide ir a Jerusalén para cumplir la voluntad del Padre a morir y padecer en la cruz. El día antes de su muerte y pasión (Jueves Santo) instituye el sacramento de la Eucaristía y de esta forma quiso quedarse en medio de su Iglesia (Mateo 26, 26 – 29) de igual forma nos dejo ese día el Sacramento del Orden Sacerdotal. Como lo había anunciado Jesús a sus apóstoles resucitó al tercer día. Le dio el poder de perdonar los pecados a sus apóstales (Juan 20, 21 – 23). Le confirió a Pedro la encomienda de apacentar a la Iglesia (Juan 21, 15 – 17) siendo de esta forma el Primer Papa de nuestra Iglesia. Ascendió a los Cielos (Hch. 1, 3 – 11) por su propia cuenta porque es Dios, pero antes prometió el Espíritu Santo a sus apóstoles (Hch. 2, 1 – 13). Jesús fue proclamado por primera vez por Pedro quien movido e inspirado por el Espíritu Santo (Hch. 2, 14 – 41) logro que fueran bautizadas unas tres mil personas. Desde entonces la Iglesia ha seguido y segura su misión ininterrumpida como lo prometió el Maestro.

Papa: Sumo Pontífice Romano, Vicario de Cristo, sucesor de San Pedro en el Gobierno Universal de la Iglesia Católica y Obispo de Roma. El Papa goza de plena jurisdicción sobre toda la Iglesia católica de la que es su cabeza visible. El Papa es la más alta autoridad de la Iglesia, como vicario de Cristo. Tiene esta potestad por ser sucesor de san Pedro, a quien Jesucristo confirió la primacía entre los apóstoles (Cf. Mt 16, 13-19). La Iglesia, ya desde los inicios y cada vez con mayor claridad, es consciente de que el ministerio de la unidad, encomendado a Pedro, pertenece a la estructura perenne de la Iglesia de Cristo. Por tanto, la fe católica sostiene que el primado pontificio no es una institución humana (o de derecho eclesiástico), como sí lo son bastantes formas de organización eclesiástica creadas en distintas épocas (patriarcados, conferencias episcopales, etc.). Sus leyes tienen eficacia universal. Define las diferencias entre los fieles y las autoridades eclesiásticas sobre cuestiones esenciales. En su persona se expresa la Unidad de la Iglesia. Sólo a él los obispos dan cuenta de su ministerio episcopal. Y lo hacen por grupos cada cinco años en la llamada visita “ad limina apostolorum” (a la morada de los apóstoles). El Papa es el sucesor directo del Apóstol Pedro. Los Obispos son sucesores directos de los Apóstoles. El Papa cuenta con un órgano colegiado: el "Colegio de Cardenales". Al Papa se llama, entre otros vocativos, Santo Padre, Padre, Su Santidad, Sumo Pontífice, Pontífice, Jefe de la Iglesia Católica, Obispo de Roma, Santidad, Siervo de los siervos de Dios, Sucesor de Pedro.

Utiliza algunos símbolos: el báculo pastoral (Véase Báculo), la Mitra (Véase Mitra). En el Código de Derecho Canónico se define así su función: Canon 331: "El Obispo de la Iglesia Romana, en quien permanece la función que el Señor encomendó singularmente a Pedro, primero entre los Apóstoles, y que había de transmitirse a sus sucesores, es cabeza del Colegio de los Obispos, Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia universal en la tierra; el cual, por tanto, tiene, en virtud de su función, potestad ordinaria, que es suprema, plena, inmediata y universal en la Iglesia, y que puede siempre ejercer libremente."




Concilio: Asamblea de obispos presidida por el Papa o un delegado suyo. El Papa Juan XXIII convocó al Concilio Vaticano II, en este siglo. Un Concilio convocado por el Papa y cuyos acuerdos han sido aprobados por él, constituye la máxima autoridad de la Iglesia.

Cátedra: Sede o asiento, símbolo del que preside. Respecto del Papa, se habla de la “Cátedra de San Pedro”. Está además, la “cátedra” o asiento del obispo en la catedral.

Cátedra de San Pedro: La autoridad del Papa, sucesor de San Pedro, vista desde el aspecto doctrina

Congregación de la Santa Sede: Véase Dicasterio.

Dicasterio: Término con que también se denomina a las Sagradas Congregaciones de la Curia Vaticana. Es relativamente equivalente a los Ministerios que ayudan al Santo Padre en el Gobierno de la Iglesia. Salvo el Secretario de Estado, todas las demás Congregaciones tienen un mismo nivel jerárquico y no hay segunda, tercera o cuarta en importancia.

Tiara: Corona triple que usaban los papas, en lugar de la actual mitra, hasta los tiempos del Concilio Vaticano II.

Nuncio Apostólico: Representante de la Santa Sede en el país. Es un diplomático con representación oficial ante el Gobierno y también cumple función pastoral en la relación con el Episcopado nacional. Se le puede decir Nuncio, Señor Nuncio, Nuncio, Monseñor.

Clero: Conjunto de hombres consagrados a Dios en el servicio a la Iglesia: obispos, sacerdotes, diáconos casados y los que se preparan al sacerdocio en su fase próxima.

Clero Diocesano: Cada Diócesis tiene un ‘clero diocesano‘, conformado por los sacerdotes y diáconos que dependen directamente del Obispo y no de una Congregación religiosa

Cardenal: Es la más alta dignidad después del Pontífice Romano. Tiene dos funciones fundamentales: Auxiliar y asesorar al Papa en el gobierno de toda la Iglesia. Cuando la Santa Sede está vacante, gobernar colectivamente la Iglesia Universal hasta la designación del nuevo Papa. La elección y nombramiento de los Cardenales compete exclusivamente al Papa, quien los elige entre los miembros destacados del Episcopado de las diversas naciones y entre los eclesiásticos más distinguidos por su ciencia y sus servicios en la Curia Romana. Su número es variable, al arbitrio también del Sumo Pontífice hasta un máximo de 120. Actualmente son obispos, aunque en el momento de la elección pueden ser sólo sacerdotes. Los cardenales son consultados también por el Papa en la causa de los santos. Los cardenales tienen la misión de elegir, entre ellos, al Papa, en una reunión llamada Cónclave (con clave o con llave; se encierran a deliberar y votar). El Papa puede llamar a una reunión del colegio de cardenales, denominada "Consistorio". Hay consistorios ordinarios y extraordinarios. Los Cardenales se ‘Crean‘. No se ‘nombran ni se designan‘. Un Cardenal en una diócesis no tiene autoridad jerárquica por ser tal, sino en cuanto Obispo de esa diócesis. Es un título, no un cargo. También se llama a los cardenales "Príncipes de la Iglesia". Un Cardenal no es el “Jefe de la Iglesia en EEUU u otro país”. Cardenal es un título. Se les puede nombrar como Su Eminencia, su Eminencia Reverendísima, Excelencia. A muchos no les gusta ese trato. Lo más normal es llamarlos Cardenal, o Señor Cardenal. En los EEUU hay 14 Cardenales

- Birrete: O “birreta”, solideo que cubre la cabeza de los cardenales. Es de color rojo y la entrega

el Papa cuando crea un cardenal.

Jerarquía: Es la autoridad de la Iglesia. La forman el Papa y los obispos en comunión con los sacerdotes y diáconos.

Magisterio: Función de la Iglesia por la cual interpreta rectamente y mantiene vivas e íntegras no sólo las enseñanzas de Jesús, sino toda la Revelación. Esta tarea la desempeñan el Papa y los obispos. Para eso tienen la gracia y autoridad que les otorga el Espíritu Santo.




Conferencia Episcopal: Conjunto de los obispos de un grupo de diócesis, generalmente de un país. La Conferencia Episcopal de Uruguay la forman todos los obispos con responsabilidades pastorales vigentes. Se reúne al menos dos veces al año y la representa el Comité Permanente (Véase Comité o consejo permanente), cuando no están reunidos en Asamblea Plenaria. La Conferencia Episcopal "No es una instancia jerárquica", sino de coordinación. Sus acuerdos y documentos no obligan a los obispos que la integran, salvo cuando el Reglamento lo estipula así y dispone un quórum determinado. El Presidente de la Conferencia Episcopal de los EEUU es el Obispo William S. Skylstad, Obispo de Spokane, Seattle. El Presidente de la Conferencia Episcopal de México es Mons. Carlos Aguiar Retes Obispo de Texcoco.

Arzobispo: Es el obispo que preside una arquidiócesis. También se le puede llamar “Metropolitano.” Cuando un arzobispo pasa de una arquidiócesis a una diócesis, la Iglesia les mantiene el vocativo de arzobispo, el que se antepone al de obispo. En EEUU hay 50 Arzobispos (contando el de las Fuerzas Armadas).




Obispo: Sacerdote que ha recibido la plenitud del Sacramento del Orden. Es la autoridad máxima, Pastor y jefe de una Iglesia particular (diocesana), denominado también "Ordinario" de esa diócesis. Los Obispos son sucesores directos de los Apóstoles.

Obispo Auxiliar: Es el obispo asignado a un obispo titular de una diócesis o arquidiócesis para ayudarle en el gobierno eclesiástico.




Obispo Coadjutor: Es el obispo designado para gobernar una diócesis con las facultades o poderes de obispo ordinario cuando el titular no puede ejercer adecuadamente su ministerio. Tiene derecho a sucesión.

Episcopado: El conjunto de los obispos de un país o región. Ejemplo; el Episcopado Latinoamericano o Episcopado Estadounidense.

Ordinario: El obispo de una determinada diócesis u otro a quien se le ha confiado el cuidado de una diócesis o de una circunscripción equivalente, como prelatura o vicariato apostólico.

- Báculo: Bastón o “cayado” utilizado como apoyo. Lo usaban los pastores en el cuidado

del rebaño. Ahora, símbolo del ministerio pastoral de los obispos


- Mitra: Ornamento propio del obispo en celebraciones solemnes. Es una especie de gorro o

sombrero alto, terminado en punta con dos bandas o tiras de tela que cuelgan por detrás.

- Pectoral: La Cruz que los obispos occidentales llevan colgada sobre el pecho, o el medallón que

llevan en forma similar los orientales.

- Solideo: literalmente significa Sólo a Dios. Pequeña pieza de género que usan los obispos y el

Papa sobre la cabeza, en su parte posterior. Los obispos, color violeta; los cardenales, rojo y el

Papa, blanco.

Sacerdote: Sacerdote es un sentido propio todo cristiano (sacerdocio común de los fieles), como participante del ser de Cristo. Normalmente el término se emplea para designar a quien ha recibido el sacramento del Orden Sacerdotal, o sea, el Ministerio ordenado. El sacerdote colabora con el obispo en su acción pastoral, en la enseñanza, la predicación del Evangelio y la celebración de los sacramentos. También se les llama “presbíteros”, “curas” y “clérigos.” Y en su conjunto conforman el “clero” de una diócesis. Hay sacerdotes "diocesanos", que dependen directamente del obispo. Y hay sacerdotes "religiosos", que pertenecen a órdenes religiosas o congregaciones y viven en comunidad con otros religiosos. Dependen de su propio Superior o Provincial.

Presbítero: Literalmente significa anciano. De hecho, es sinónimo de Sacerdote. Están unidos a los obispos en la dignidad sacerdotal y al mismo tiempo dependen de ellos en el ejercicio de sus funciones pastorales. Son llamados a ser cooperadores diligentes de los obispos, forman en torno a su obispo el Presbiterio que asume con él la responsabilidad de la Iglesia particular. Reciben del obispo el cuidado de una comunidad parroquial o de una función eclesial determinada.

Párroco: Presbítero que, en nombre del obispo, se hace cargo de la parroquia asignada.

Cura: Sacerdote encargado de una Parroquia. Cura es casi lo mismo que párroco. De por sí significa “cuidado”. En este caso, cuidado de almas.

Padre: Se llama así a los presbíteros, curas, sacerdotes, sean diocesanos o religiosos.

Monseñor: Es un título que otorga la Santa Sede a algunas personas ya sea por su cargo o por los servicios relevantes que ejercen en la Iglesia. Todos los obispos reciben el trato de monseñor. Pero también se les dice monseñor -aunque no tengan formalmente ese título- a sacerdotes que ejercen una responsabilidad pastoral o cargo importante: vicarios episcopales, por ejemplo. Monseñor Rafael Hernández, Vicario General de la Pastoral de Santiago; Monseñor Cristián Precht, Vicario de la Zona Sur, etc. A ellos, aunque "no son obispos", se les llama monseñor.

Capellán: Sacerdote designado para atender un templo, un convento o un establecimiento como un hospital, un regimiento, un colegio.

Canónigo: Título honorífico de algunos presbíteros que atienden el servicio religioso en una catedral. Ellos conforman el Cabildo.

Prelado: Pastor a cargo de una Prelatura. Estrictamente, Prelado no es sinónimo de Obispo.

Vicario: Una persona que ejerce una autoridad en nombre de otra. Ejemplo Padre Manuel de Jesús Rivas es Vicario Parroquial de la Parroquia San Jose en Dalton, Georgia USA.

Vicario Parroquial: Vicario que ayuda al párroco en su ministerio.

Vicario Apostólico: Vicario que gobierna un Vicariato Apostólico, en nombre del Papa (véase Vicariato Apostólico).

CABILDO: 1.- Junta de hermanos de ciertas cofradías, aunque sean laicos. 2.- Capitulo que celebran ciertas religiones para elegir sus prelados y tratar de su gobierno. 3.-El lugar donde se celebra se llama

- SALA DE CABILDOS: Se suele decir: “reunida en Cabildo, la Hermandad...” ”Cuando la

Hermandad se reúne en pleno, para celebrar una votación de los cargos de la Junta, se llama

CABILDO
- ABIERTO o GENERAL: Cuando lo hace para discutir o aprobar los presupuestos, se llama

CABILDO DE CUENTAS. Antes de la salida procesional, se reúne para su estudio, y se llama

CABILDO DE SALIDA.
- CABILDO DE TOMA DE HORAS: Se celebra en la Catedral, con la asistencia de todas las

Juntas de Hermandades, Consejo de Cofradías, Autoridades Municipales y Arzobispo. En él, se

toman y fijan las horas de cada Hermandad y posibilidad de cambios de itinerarios, etc.

Casulla: Vestidura litúrgica que llevan los sacerdotes y los obispos sobre los demás ornamentos cuando van a celebrar la Misa. Cambia de color según el tiempo litúrgico.

Alba: Vestidura (túnica) de lienzo blanco que se ponen los celebrantes, (obispos, sacerdotes, diáconos y ministros) sobre el hábito y el amito, para celebrar una liturgia, y que le cubre todo el cuerpo. Significa la pureza ritual y el despojamiento de toda corrupción.

Capa pluvial: Vestidura litúrgica en forma de capa que usa el presbítero en ciertas ceremonias, como procesiones, matrimonio fuera de la Misa, etc.

Amito: Vestidura sagrada que usa (facultativamente) el sacerdote debajo del Alba (Véase Alba). Es un lienzo que protege el cuello y cae sobre los hombros y la espalda. Se sujeta con dos cintas que se entrelazan delante del pecho.

Estola: Banda larga de color variable que el sacerdote lleva sobre el alba para celebrar la Eucaristía y otros sacramentos. El diácono también la usa, terciada (cruzada de lado).

Colores Litúrgicos: Los colores empleados en los ornamentos de los celebrantes en las ceremonias litúrgicas; también se usan en telas de adornos. Han variado según tiempos y lugares. Ahora se emplean en nuestro rito los colores blanco, rojo, verde, morado y a vece rosado y azul.

Los colores actuales de nuestra celebración: distribución del Año Litúrgico:

a) Blanco:
Es el color privilegiado de la fiesta cristiana y el color más adecuado para celebrar:
-La Navidad y la Epifanía
-La Pascua en toda su cincuentena
-Las Fiestas de Cristo y de la Virgen, a no ser que por su cercanía al misterio de la Cruz se indique

el uso del rojo. -Fiestas de ángeles y santos que no sean mártires.
-Ritual de la Unción
-Unción y el Viático

b) Rojo:
Es el color elegido para:
-La celebración del Domingo de Pasión (Ramos) y el Viernes Santo, porque remite simbólicamente

a la muerte martirial de Cristo.
-En la Fiesta de Pentecostés, porque el Espíritu es fuego y vida.
-Otras celebraciones de la Pasión de Cristo, como la fiesta de la Exaltación de la Cruz.
-La Confirmación (Ritual Nº 20) se puede celebrar con vestiduras rojas o blancas apuntando al

misterio del espíritu o a la fiesta de una iniciación cristiana a la Nueva Vida.

c) Verde:
El verde como color de paz, serenidad, esperanza se utiliza para celebrar el Tiempo Ordinario del

Año Litúrgico. El Tiempo ordinario son esas 34 semanas en las que no se celebra un misterio

concreto de Cristo, sino el conjunto de la Historia de la salvación y sobre todo el misterio semanal

del Domingo como Día del Señor.

d) Morado:
Este color que remite a la discreción, penitencia y a veces, dolor, es con el que se distingue la

celebración del
-Adviento y la Cuaresma
-las celebraciones penitenciales y las exequias cristianas.

e) Negro:
Que había sido durante los siglos de la Edad Media el color del Adviento y la Cuaresma, ha

quedado ahora mucho más discretamente relegado: queda sólo como facultativo en las exequias y

demás celebraciones de difuntos.


f) Rosa:
El color rosa, que no había cuajado en la historia para la liturgia, queda también como posible para

dos domingos que marcan el centro del Adviento y la Cuaresma: el domingo "Gaudete" [regocijo]

(3º de Adviento) y el domingo "Lactare" [Alegría] (4º de Cuaresma).


g) Azul: Con sus resonancias de cielo y lejanía es desde el siglo pasado un color privilegiado para

celebrar en España la solemnidad de la Inmaculada, aunque en el misal romano no aparezca.

- Roquete: Vestidura blanca que usan los ministros ayudantes en las ceremonias litúrgicas encima

de la sotana.

- Sotana: túnica negra (o blanca) que usan los monaguillos, seminaristas, diáconos y en

ocasiones sacerdotes (presbíteros u obispos).

Presbiterio: El conjunto de los presbíteros que con el obispo son los responsables primeros de la pastoral de una diócesis.

Diácono: Ministro eclesiástico que forma parte del clero, junto al obispo y al sacerdote. Puede impartir la bendición, presidir una celebración del matrimonio, bautizar, predicar, celebrar exequias y liturgias de la Palabra. Su función principal es el servicio a los pobres y a la comunidad. "Un diácono no es sacerdote. No puede presidir una misa o Eucaristía ni confesar" Hay Diáconos en tránsito al sacerdocio, que son los seminaristas en la etapa final de sus estudios para ser sacerdotes o presbíteros. Y hay Diáconos permanentes, que son ciudadanos, generalmente hombres casados, que han recibido la sagrada orden del Diaconado. Un diácono permanente "no llegará al sacerdocio" y cumple las mismas funciones del diácono en tránsito al sacerdocio.

- Dalmática: Vestidura sagrada parecida a la Casulla que se coloca encima del Alba. Hoy la usa el

Diácono, aunque fue ornamento episcopal (OBISPO) también.

Asamblea: Comunidad de creyentes reunidos para una celebración religiosa.

Seglar: Se utiliza como sinónimo de Laico. (Véase Laico)

Laico: O “seglar”. Viene del griego ‘laos‘, que significa ‘pueblo‘. Son laicos los cristianos no consagrados por el sacramento del Orden. Ellos desarrollan su vida de fe en las tareas normales del mundo: vida matrimonial, política, profesional, etc. No son clérigos porque los laicos "no" forman parte del clero.

Ministerio: Es el servicio encomendado a algunos miembros de la Iglesia para atender algunas necesidades pastorales. Hay ministerios “ordenados”: obispo, presbítero, diácono, quienes ejercen un ministerio. Hay otros “ministerios no ordenados”: acólitos, lectores, ministros de la comunión, etc. Estos son laicos.

- Ministros Laicos: Designación específica para cuando un ministerio es atendido por un laico,

no clérigo.

Abad: Es el Superior de una Congregación Monástica o de un Monasterio. Puede ser Mitrado, asemejándose a un Obispo pero sin todas sus potestades. (Femenino – Abadesa)

Prior: Es el superior de monasterio o convento tanto de hombres como mujeres. (Femenino – Priora)

- HÁBITO: Vestido usado por miembros de comunidades religiosas (benedictinos, franciscanos,

dominicos, agustinos, mercedarios etc.), señal de humildad o devoción.

Acólito: ministro no ordenado. El acólito ayuda al Presbítero (Véase Presbítero) y al Diácono (Véase Diácono) en el altar. Se le confía también la distribución de la Comunión cuando hace falta, ya en la Misa, ya fuera de ella, especialmente a los enfermos. Es una de las ordenes menores que reciben los candidatos al sacerdocio.

MONAGUILLO (MONAGO): Acólitos (servidores del altar) pequeños. Son niños que vestidos con sotanas y roquetes blancos, terminados en encajes y a veces una esclavina. En algunas parroquias usan albas blancas. Llevan la cruz, ciriales, incensarios y navetas. Asisten a los sacerdotes y diáconos en los servicios litúrgicos.